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Algunos conocíamos ya el trabajo del que parte esta biografía sobre Antonio Fontán. Agustín López Kindler, discípulo del fundador de Nueva Revista, publicó en 2011 una «estrena», como las que cada navidad Fontán enviaba a sus amigos y conocidos. Se trataba de una selección de la correspondencia que maestro y discípulo mantuvieron desde 1959 hasta el fallecimiento del primero, a comienzos de 2010. Todo lo anterior certifica que esta biografía personal de Antonio Fontán está escrita por alguien que le conoció mucho y a quien el propio Fontán tomó como confidente de muchas de sus preocupaciones y empresas.

Estaría de sobra en el contexto de Nueva Revista recordar una vida que, como la de Fontán, estará para siempre vinculada a ella. En este sentido, su publicación sigue recordándole siempre que tiene ocasión. Pero también es cierto que, como director y fundador de Nueva Revista, la faceta pública de Fontán era bien conocida; menos conocidos son algunos de los aspectos en los que se centra López Kindler: su infancia, por ejemplo, los estudios universitarios y su pronto despertar al saber, su vocación al Opus Dei o muchas de las empresas que emprendió al comienzo de su carrera.

Si hay algo que sobresale en toda la biografía de López Kindler son los compromisos de Fontán: su amor a la libertad y su carácter tolerante y abierto en unos momentos políticos difíciles —de ahí la pertinencia del título de héroe—; el valor que otorgaba a la amistad, más allá de las ideologías; su defensa del civismo y la estima con que veía la participación pública; su defensa, asimismo, de la nación española y su visión sobrenatural. Si no fuera ya un lugar común, Fontán podía ser descrito como un verdadero humanista.

A quienes no le conocimos de cerca, pero que sentíamos por él la cercanía que nos transmitían sus escritos, les sorprende el ritmo frenético de sus empresas, las diversas dimensiones de su personalidad y que en ellas sobresaliera siempre con excelencia. Amante de los clásicos, su producción científica no se interrumpió en sus incursiones en el campo del periodismo ni en sus avatares políticos como representante de ese liberalismo clásico, sosegado y moderado que tanta influencia tuvo —y que fue tan importante— en la transición española. Y en esta faceta científica se detiene Kindler en bastantes ocasiones.

Su vocación periodística estuvo relacionada con su pasión por la cultura y por la política, como si el periodismo sintetizara ambas facetas. Creador e impulsor de diversas iniciativas, que todavía perviven, como Nuestro Tiempo o esta misma publicación, más relevante políticamente fue su aventura en el diario Madrid. En cualquier caso, fue también un hombre de enorme generosidad: no tuvo reparos en abandonar sus proyectos más personales para poner en marcha el Instituto de Periodismo en Navarra cuando se lo solicitaron.

López Kindler ha utilizado con acierto su propia correspondencia, pero también una enorme documentación a la que ha tenido acceso. De esa forma, en esta biografía Fontán aparece dibujado con exactitud: se revela como hombre humilde y atento a los demás, como pensador político que supo ver más allá de las circunstancias contingentes problemas más importantes, como certifican sus artículos en Nueva Revista. Es un complemento perfecto, por lo que tiene de personal, de otras biografías que están publicándose también en este momento, pero que se centran en otros aspectos de la vida de este gran hombre.

Profesor de Filosofía del Derecho. (Universidad Complutense de Madrid).