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En septiembre de 1965, centenario del nacimiento de Ángel Ganivet García, salía a la calle la primera edición de la obra de Antonio Gallego Morell, Ángel Ganivet. El excéntrico del 98, reeditada ahora con motivo del centenario de su muerte. El pensador granadino desapareció en 1898, a escasas fechas del Desastre que tan profundamente había de marcar la realidad de la España finisecular.

Está fuera de toda duda -o, al menos, así hemos de pensarlo- que este año a punto de comenzar va a ser pródigo en recuerdos y conmemoraciones de los acontecimientos habidos hace un siglo, entre ellos la muerte de Ganivet. Conferencias, ciclos de actividades y congresos van a poner sobre el tapete todo un momento, vivo y palpitante entonces, objeto ahora del sereno análisis que permite la distancia del tiempo transcurrido y el necesario alejamiento e imparcialidad que esto conlleva.

La publicación de este volumen hay que enmarcarla en ese más amplio contexto. Y hay que hacerlo de una forma muy particular y positiva, por lo que de permanente tiene la obra impresa. En este caso, gracias a una edición muy cuidada de la Editorial Comares, que ha sabido presentarlo de forma elegante y atractiva.

Forma y fondo se aúnan en este caso. Encabezado por un nuevo prólogo del autor, fechado en el verano de 1997, el texto se ha mantenido inalterable, salvo alguna corrección de detalle que se hacía imprescindible. El texto conserva toda su viveza, su lozanía, su agilidad. Es lo que suele suceder con las obras que marcan un momento y que el correr de los años las convierte en clásicas, de lectura y cita ineludibles. Antonio Gallego es ganivetiano por nacimiento, por herencia y por vocación, y esto es algo que rezuman las páginas de su libro. Pero es también un investigador nato, minucioso, perseverante (¿detectivesco?), incansable, ecuánime en sus juicios, crítico en ocasiones. Gallego es un hombre de un inmenso bagaje cultural, al que difícilmente escapa ese sutil entramado que sustenta el pasado histórico, ya sea en el ámbito local, nacional o mundial. Posee una pluma fácil y ligera, que va desgranando un lenguaje a la vez correcto y coloquial, que encadena al lector sin esfuerzo alguno.

En la unión de todo ello estriba la virtud del escritor que es Antonio Gallego Morell. No solo en esta obra, pero de forma muy particular en ella. De su mano vamos recorriendo, paso a paso, la trayectoria vital de Angel Ganivet. Desde sus primeros años en la Granada que se abría a la segunda mitad del siglo, hasta su final dramático y en gran medida inesperado en aquella lejana ciudad de Riga. De su mano, vemos asomar al tardío pero magnífico estudiante que fue Ganivet; al diplomático; al amante frustrado y atormentado; al escritor, sobre todo. Y, llegados a ese momento, asombra comprobar en qué corco espacio de tiempo fue saliendo de su pluma el conjunto de trabajos que constituyen la obra ganivetiana, el mejor legado que pudo dejar a la posteridad. Muchas de las claves de la vi­ da de este hombre complejo y de su pensamiento se condensan en este libro.

Ángel Ganivet. El excéntrico del 98 es una obra biográfica; Pero, al mismo tiempo, es mucho más. Es el reflejo de una época convertida en historia. Una época que resulta cercana, próxima, casi familiar. Cada una de sus páginas constituye una viñeta de intenso colorido, donde queda prendido un momento, un lugar, un personaje, un acontecimiento… Contemplada desde Madrid, Granada, Barcelona, Helsingfors o Riga, la realidad de España es el constante telón de fondo de esta narración.

Por todo esto y mucho más, su reedición constituye una aportación fundamental a la conmemoración del 98.

Profesora titular de Historia Moderna y Contemporánea, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Granada