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Rafael Calvo Serer. La búsqueda de la libertad (1954-1988), de Onésimo Díaz y Fernando de Meer. Rialp, Madrid, 2010,304 págs., 18 euros

El siglo XX fue, entre otras cosas, un siglo de empresarios culturales: Sartre, Ortega, Maurras, Maritain, Camus o Buckley. Son numerosos los ejemplos de intelectuales de diversa especie y categoría que se lanzaron a la arena para buscar la transformación de las bases de la vida política y cultural de las sociedades en las que vivían. Ante el fenómeno de la modernidad y su crisis, pretendieron aportar su respuesta. Esta biografía aborda la cuestión de las posibles distintas sendas para la modernización de un país, España, y el progresivo descubrimiento de la capacidad creadora de la libertad por parte del intelectual español, catedrático de Historia de la Filosofía Española de la Universidad de Madrid, Rafael Calvo Serer.

En el panorama cultural español de las décadas centrales del siglo XX, la singular y controvertida figura de Rafael Calvo Serer (Valencia, 1916-Pamplona, 1988) resulta especialmente significativa para entender la relación entre los católicos y la modernidad. Calvo puso todos sus esfuerzos al servicio de lo que entendía que debía de ser la modernización de la cultura española durante un amplio periodo: el franquismo, la transición y los primeros gobiernos de la democracia.

Onésimo Díaz había publicado ya en 2008 Rafael Calvo Serer y el grupo «Arbor», una excepcional trabajo en el que narra la primera etapa del intelectual valenciano. Sus orígenes como seguidor de Acción Española, su formación y su encuadre dentro del tradicionalismo cultural y las controversias y tensiones entre las diferentes élites del franquismo que provocaron sus actividades.

El profesor Díaz recogió con abundantes referencias los dos aspectos que caracterizaron la labor de Calvo Serer: la formación de equipos en torno a empresas culturales —la revista Arbor y la Biblioteca del Pensamiento Actual— y la búsqueda de referentes intelectuales tanto nacionales —singularmente Menéndez Pelayo y el referido grupo de Acción Española— como internacionales. En este segundo aspecto, sus constantes periplos por el extranjero para establecer estrechas relaciones intelectuales con pensadores conservadores no demócratas, en un momento en el que España estaba en el ostracismo político, constituyó uno de los rasgos más singulares de su trayectoria. Durante esta primera etapa, para Calvo Serer, el régimen de Franco suponía la gran oportunidad para llevar a su plenitud el programa del tradicionalismo cultural, interpretado como la solución católica al desafío de la modernidad. Una plenitud que, según pensaba, en el fondo, sólo se alcanzaría si el grupo constituido en torno a él (Fernández de la Mora, Pérez-Embid, Vicente Marrero, Leopoldo Eulogio Palacios…) se alzaba con el monopolio de la dirección cultural del país y lograba el advenimiento de la monarquía en la persona de don Juan de Borbón.

La de Calvo Serer no fue la única propuesta que se articuló. El exclusivismo de los diferentes proyectos modernizadores que convirtieron en el seno del régimen franquista con el mismo objetivo de configurar y monopolizar la cultura española les llevó a una tensión permanente entre ellos. El choque definitivo en 1953 con el ministro de Educación Nacional Joaquín Ruiz-Giménez y su equipo, su expulsión del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y el cese de sus colaboradores de la revista Arbor marcó el final de esta etapa.

Este nuevo libro, Rafael Calvo Serer. La búsqueda de la libertad, cuenta la continuación de su trayectoria vital e intelectual hasta su fallecimiento en 1988. En este caso son dos los autores. Onésimo Díaz se ocupa en el primer capítulo del período entre 1954 y 1958, un tiempo que denomina como de transición en la biografía de Calvo Serer. Fernando de Meer, autor de monografías esenciales sobre nuestra historia política y cultural recientes como La cuestión religiosa en las cortes de la II República, El PNV ante la guerra de España, Don Juan de Borbón, un hombre solo (1941-1948) o Antonio Garrigues, embajador ante Pablo VI (1964-1972), narra con gran precisión, en los capítulos II a V, la segunda parte de la vida de Calvo Serer y su evolución intelectual como consecuencia del descubrimiento de la libertad a través de las lecturas y con- tactos con conservadores, ahora demócratas, primero de origen germánico (Röpke, Rüstow, Messner y Voegelin) y luego anglosajón, especialmente de Estados Unidos (Kirk y Buckley).

Este cambio en sus referencias intelectuales en un tiempo de gran ebullición en el mundo católico —es el momento del Concilio Vaticano II— culminó en 1966 con la oportunidad que supuso para Calvo asumir la presidencia del Diario Madrid. El contacto práctico con el desafío de la libertad, y los límites que trataba de imponer a su ejercicio un régimen que se calificaba como católico, agudiza- ron la evolución intelectual de Rafael Calvo.

En el trabajo del profesor Carlos Barrera El diario Madrid, realidad y símbolo de una época, se ha tratado pormenorizadamente, desde el punto de vista de la historia del periodismo, esta etapa del vespertino y su  traumático final. De Meer aporta ahora un enfoque más amplio al  conocimiento de esta empresa al encuadrarla en el conjunto de la evolución cultural y política de su impulsor. Con la colaboración esencial de Antonio Fontán, en el Madrid, aparece de nuevo el perfil de Calvo Serer como formador de equipos para buscar la modernización del país, tanto en sus estructuras políticas como culturales. Ahora desde referencias ciertamente nuevas, aunque incubadas en los años anteriores.

Rafael Calvo escribía a principios de los sesenta que «la libertad se ha hecho católica». La idea de que la democracia no tenía necesariamente que tener un fundamento relativista constituyó, a partir de entonces, el motor de su actividad. Esa concepción de la libertad contraria a cualquier vestigio de sectarismo hizo que Madrid acogiese a periodistas, profesores e intelectuales de muy variada significación política y cultural, pero que comportarían un mismo afán modernizador. Y de la línea «reformista» pasó a la ruptura cuando entendió que el franquismo no daba para más.

De Meer narra con gran elegancia y precisión la reacción de Calvo al cierre gubernamental de Madrid, cómo mantuvo desde el exilio su vocación de intervenir en la vida pública de su país y las limitaciones que tuvo que afrontar. Josep Ramoneda y José Martí publicaron en 1976 un libro-entrevista titulado Calvo Serer: el exilio y el reino en el que se reflejaban las posiciones y propuestas de Calvo en el momento final del franquismo, que puede ser leído ahora como útil complemento.

La presente biografía añade la exposición de la trayectoria de Calvo Serer una vez que regresa a España en 1976. Se explica de un modo coherente el porqué del papel (secundario) que desempeñó durante la transición, las dificultades que afrontó en torno al Madrid, los infructuosos pasos para poner en marcha una nueva empresa cultural, el impacto que le supuso el magisterio de Juan Pablo II y sus intentos vacilantes de elaborar una síntesis cultural que permitiese alumbrar los pasos a una modernidad cristiana.

La principal virtud de esta obra radica en que traza de un modo preciso y coherente la evolución intelectual de las diferentes etapas vitales de Calvo Serer, el origen de los cambios y su alcance. Ante un personaje interesante y singular, los autores han sabido hacer compatible el afán de síntesis con un amplio y riguroso uso de fuentes documentales y bibliográficas que hace inteligible su compleja trayectoria vital.

Un elemento relevante de esta biografía es el extenso estudio introductorio elaborado por Antonio Fontán, quien fue estrecho colaborador de Calvo Serer a lo largo de algunas de sus etapas. En éste, que es uno de sus últimos trabajos, Fontán realiza una síntesis del itinerario del intelectual valenciano utilizando como hilo conductor los libros que publicó. A lo largo de ese recorrido, Fontán aprovecha para dejar pinceladas de sus recuerdos personales o valoraciones de carácter político —en alguna ocasión crítica— sobre la etapa de la vida de Calvo Serer al que se refieren. Para Fontán las tres grandes aportaciones de Calvo fueron la recuperación de Menéndez Pelayo y su interpretación de la historia de España, la apertura de horizontes intelectuales a los españoles a través de diversas empresas culturales y su contribución a la restauración de la monarquía.

Aunque de forma intermitente y en diversos periodos de su vida, Calvo dispuso de un periódico, una revista y una editorial. Indudablemente, la impronta intelectual de Calvo Serer no llega a la de los grandes referentes culturales del siglo XX, pero el Madrid sigue siendo hoy un ejemplo de compromiso cívico por la libertad.

En algunos momentos del libro los autores califican a Calvo como pedagogo de la opinión pública y, al mismo tiempo, señalan que al final de su vida declaró que sus máximos anhelos hubieran sido ser un gran profesor de filosofía y un consejero de políticos. En su vida real no hubo ni la estabilidad ni el sosiego que necesita la actividad filosófica ni el pragmatismo de quien desea convertirse en eso tan ciceroniano que es el consejero de príncipes.

Lo que sí hubo siempre fue entrega y compromiso por mejorar la calidad de la cultura y la vida pública de los españoles. Esos esfuerzos y las dificultades, internas y externas, con las que se encontró para hacerlos fructificar son los que se recorren en este libro.

Pablo Hispán Iglesias de Ussel

Pablo Hispán Iglesias de Ussel es licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Navarra. Universidad en la que se doctoró en Historia Contemporánea. Ha desempeñado distintos cargos en la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid. Es autor de varias publicaciones sobre diversos temas como la Economía sumergida, Política monetaria, Política regional, Globalización y temas de la Unión Europea.