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No hace muchas semanas saludábamos, desde estas mismas páginas, la aparición del volumen primero del segundo tomo de la Historia política, cultural y social en la España de Franco (1947-1956) que acababa de publicar Gonzalo Redondo. Lamentablemente, el autor no podrá ver el volumen segundo, ya en prensa. El pasado 18 de abril fallecía como consecuencia de un cáncer que aceptó con fortaleza y sentido cristiano.

El eje de la obra de Gonzalo Redondo ha sido la historia de los hombres a lo largo de los dos últimos siglos —sus ideas, proyectos y acciones — ante la cultura de la modernidad. Una cultura cuyo contenido, crisis y respuestas para superar esa crisis, es analizada por Redondo desde distintos enfoques. Todo ello, surcado, como ha escrito Fernando de Meer, «por un anhelo para encontrar aquella interpretación de la historia que permita a la persona humana un pleno ejercicio de su libertad». Por ello, el propio Redondo es continuador de una época en la que se buscaban grandes interpretaciones de la historia.

En su respuesta intelectual al sentido de la historia, los hechos responden a causas. Esos hechos, son llevados a cabo por hombres, con unas ideas elaboradas por hombres. Ahí radica la fuerza y el valor de las ideas, ya que al final, estas, en la medida que son interiorizadas —siempre de un modo lento, porque la Historia es lenta— terminan por influir en la realidad.

Por esta razón, el hombre y el uso que ha hecho de su libertad desde la Revolución Francesa son el centro su trabajo. Un trabajo en el que los hechos, las causas y el sentido de ambas realidades van de la mano. Por eso sus trabajos de madurez constan de una introducción —que en algún caso sobrepasa el centenar de páginas— en la que se analiza el sentido último de los hechos que a continuación se describen.

La obra de Gonzalo Redondo ha sido una observación de la modernidad y su crisis desde diversos prismas.

Como siempre ocurre, el camino de llegada no fue ni directo ni preconfigurado. Licenciado en Historia en 1957, Florentino Pérez Embid le propuso realizar un investigación sobre Ortega y Gasset. Pérez Embid estaba interesado en conocer cómo una serie de intelectuales modelaron el pensamiento cultural español en el primer tercio del siglo XX. Por esta razón, sugirió a Redondo analizar la proyección política y cultural de Ortega y Gasset en El Sol y a Vicente Cacho Viu la Institución Libre de Enseñanza. Después de ese inicio, las trayectorias intelectuales de los tres se separaron.

Ese es el origen de Las empresas políticas de José Ortega y Gasset, su tesis doctoral defendida en 1967 ante un tribunal formado por Jesús Pabón, Carlos Seco Serrano, Vicente Cacho y su director, Pérez Embid, y que se publicó en dos tomos en 1970.

Parafraseando el título de un artículo que escribió Ortega sobre Goethe, podemos decir que Redondo estudia con serenidad a Ortega «desde dentro», para comprenderlo y contextualizarlo. En Ortega descubre el liberalismo, su carácter elitista y su proyecto intelectual. Ese estudio le lleva a Redondo a ver la aparición y el desarrollo de la crisis de la cultura de la modernidad. Una crisis que Ortega detecta, pero que no es capaz de superar al estar enraizado en los presupuestos que la causan.

El encuentro con Ortega va a marcar la trayectoria intelectual de Redondo una vez que conoce de primera mano el liberalismo, su tiempo y a una de las principales figuras que trataron de configurar la cultura de un país desde esa ideología.

Un elemento esencial que conforma la modernidad, y que Redondo también va a descubrir a través de Ortega, es el papel de la minoría dirigente. U n minoría, que según la propuesta liberal, y muy particularmente de Ortega, tiene como principal objetivo imponer a la sociedad su particular [[wysiwyg_imageupload:1631:height=91,width=200]]interpretación de la Historia con el objeto de mantener el progreso y la unidad de la nación.

Fruto de unos cursos que impartió en el Instituto de Historia de la Iglesia de la Universidad de Navarra, Redondo publicó Historia de la Iglesia en el mundo contemporáneo. Estudió el papel de obispos, sacerdotes y laicos ante el cambio político, social e ideológico — cultural — que se dio a partir de la Revolución Francesa. Si con Ortega había estudiado la modernidad y su crisis desde el punto de vista de un liberal, ahora lo hace desde el punto de vista de la respuesta de los católicos a la misma realidad.

Redondo plantea el papel de la Iglesia en el mundo contemporáneo y su respuesta ante la libertad moderna y el Estado moderno. Este trabajo le permitió descubrir las distintas respuestas ideológicas y culturales que formularon los católicos ante una nueva realidad que en algunos casos se mostraba profundamente beligerante con sus planteamientos y creencias.

En la Historia universal de EUNSA (1984) Redondo abordó de un modo abierto el intento de configuración de una nueva sociedad en Europa y Estados Unidos por parte de los liberales a lo largo de los siglos XIX y XX. El tomo XI —realizado con los profesores José Luis Comellas y Fernando de M e e r — lleva por título «De las Revoluciones al Liberalismo (1830-1870) », y los tomos XII, «La consolidación de las libertades (1870-1918) » y XIII, «Las libertades y las democracias (1918-1945) », exclusivos de Gonzalo Redondo, reflejan nítidamente sus planteamientos culturales.

En las introducciones de los tomos XII y XIII contextualiza intelectualmente la época que aborda con el objeto de que el lector sepa a qué criterios ideológicos responden de modo genérico los protagonistas de las páginas que siguen.

Para separar lo accidental y accesorio de lo esencial a la hora de interpretar unas ideas, redondo entiende  que toda cosmovisión, «Weltanschauung», va a depender de cómo se interpreta la relación entre Dios, el hombre y la naturaleza.

Es sabido que «liberalismo» es un término que se utiliza en muy diversos sentidos y que responde a realidades diversas. Para Redondo el liberalismo es el hilo conductor y protagonista indiscutible de esa etapa de la modernidad que fue el siglo XIX. Es la plenitud de la cultura de la modernidad. El liberalismo es una ideología, que supuso una verdadera revolución al proponer cambiar de una forma radical el modo de autocomprensión del hombre. El punto de partida de la misma sería la negación de la existencia de una pauta, norma, ley o modelo común a todos los hombres. Tampoco existiría una naturaleza común. Cada hombre sigue sus propias normas y es en la acción el campo en el que se autorrealiza. Al dejar de reconocerse la existencia de algún tipo de punto de referencia común, la única guía será la interior del propio individuo, es decir, la de sus sentimientos. El hombre es un sujeto histórico único frente a un mundo inerte que domina por la superioridad de su espíritu. La manera de vivir ese protagonismo será muy variada, desde una cuidada matización hasta el radicalismo extremo.

Esta propuesta, que debía llevar a la plena felicidad de los hombres, ya estaba siendo problemática a inicios del siglo XX. La I Guerra Mundial fue el cementerio de millones de hombres en cuyo nombre el liberalismo había ofrecido un porvenir de paz y progreso ilimitado. A partir de ese momento la ideología liberal, que, como he dicho, para Redondo es la culminación de la cultura de la modernidad, entró en crisis. El cambio del paradigma científico, que era una de las bases sobre las que se había asentado el liberalismo, también afectó. Ni siquiera la ciencia puede sostener al hombre liberal. Las distintas propuestas que se hicieron durante el periodo de entreguerras para tratar de superar esa crisis —totalitarismo fascista, nacionalsocialista y comunista— hunden sus raíces en los mismos presupuestos de la ideología a la que combaten y conocemos sus consecuencias dramáticas para la humanidad.

Una de las aportaciones que realiza Redondo en esos tomos, por vez primera en un libro de historia universal, es la de abordar el tema del modernismo cristiano, es decir, el intento de subordinar la fe y la vida cristiana a los hábitos intelectuales y aspiraciones sociales de la nueva época, con un enfoque inmanente de la religión.[[wysiwyg_imageupload:1632:height=91,width=200]]

No en vano, los planteamientos filosóficos del liberalismo estaban en contradicción con la creencia cristiana de que existe un Dios creador que dota de una libertad real al hombre y de una naturaleza inmutable.

Si ese es el presupuesto cristiano, a la hora de concretarlo en acciones, las respuestas que se dieron fueron muy variadas. La consecuencia fue una permanente confrontación con el liberalismo.

Esa confrontación va a ser particularmente virulenta en España. Una propuesta de la editorial Rialp para explicar en un centenar de páginas la época de Franco para su Historia General de España y América, se convirtió en dos volúmenes titulados Historia de la Iglesia en España, 1931 – 1939.

La II República fue el terreno en el que se confrontaron dos proyectos exclusivistas que buscaban configurar y modelar a la sociedad en direcciones opuestas: el liberalismo y el tradicionalismo.

Junto a otros intentos de superar la crisis de la modernidad, aparece la que trató de ser la respuesta ante la propuesta liberal y que Gonzalo Redondo denominó como «tradicionalismo» —nada que ver con el movimiento político del carlismo—. Es decir, una ideología que entendía que, ante la crisis de la cultura de la modernidad, existía la respuesta católica. Una respuesta única y que debía ser llevada a cabo por unas minorías dirigentes con la misión de imponer, dirigir y configurar desde el Estado al resto de la sociedad. Se podría resumir: dado que la fe es única, existe un único modo católico de responder ante la modernidad. Es por tanto, para Redondo, una ideología que negaba la libertad del hombre, ya que ésta debía quedar subordinaba a otros intereses y proyectos. En la medida que negaba el hecho de que todos los hombres —también los que no son parte de la minoría dirigente— son creados libres, esta propuesta pretendidamente católica entraba en contradicción con los presupuestos de la religión en el nombre de la cual actuaban.

Quizás se pueda decir que la introducción a ese primer volumen es su gran reflexión de conjunto sobre la modernidad, su crisis, los intentos de superación de la misma y el papel de la libertad en la Historia.

En el segundo volumen Redondo puntualiza el papel del catolicismo en el bando franquista durante la guerra civil. Ese segundo volumen va a traer un cambio en su modo de hacer historia al entrar en contacto con diversos archivos personales y oficiales que cuestionan o enriquecen las interpretaciones que sobre los acontecimientos se venían realizando hasta ese momento. Por ejemplo, los documentos del cardenal Segura del Archivo Muñoz Peirats que obtiene gracias a Antonio Fontán, o los informes de Magaz a la Junta de Defensa Nacional que pone a su disposición Fernando de Meer, representaron el inicio de una renovación de la forma de aproximarse a los hechos por parte de Gonzalo Redondo.

El salto cualitativo se produjo en los dos tomos sobre Política, cultura y sociedad en la España de Franco, que van de 1939 a 1956. El franquismo, ese tiempo en el que el Gobierno, con todos los recursos a su disposición, intentó configurar a la sociedad desde el Estado, a través de unas minorías dirigentes y de acuerdo a los parámetros del tradicionalismo, es estudiado a partir de más de ciento cuarenta archivos personales que le permiten dar a su investigación el carácter de una radical novedad.

La cantidad y calidad de los archivos que manejó y que hoy forman parte del Fondo de Historia de España del Archivo General de la Universidad de Navarra, institución en la que desarrolló su vida académica, permiten afirmar que Redondo llevó a cabo una renovación en la historiografía del primer franquismo.

Al  mismo tiempo que levantaba esa imponente obra intelectual, Redondo dirigió treinta tesis, todas ellas sobre temas que iban en paralelo a sus investigaciones, que le permitían enriquecerlas; la cuestión religiosa en las Cortes de la II República, la ACNdeP, El Debate, El diario Madrid, Mons. Mateo Mújica, el sindicato STV, Ecclesia, los conflictos entre las minorías en el primer franquismo, los conflictos entre la Presidencia de Gobierno y la Secretaría General del Movimiento, Vida Nueva, el cardenal Segura…

Redondo entendía que la utilidad de la Historia no estaba en servir de coartada para proyectos políticos circunstanciales. La utilidad de la misma estaba en la medida en que se aproximaba a la verdad de los hechos, porque sólo conociendo la Historia se podía intervenir con algún éxito en el curso lento de ésta.

El papel del historiador para Redondo está al servicio de las personas y de su libertad, porque como le gustaba repetir, la Historia es la historia de la libertad. La Historia es cómo y por qué las personas han hecho uso de su libertad. Por ello, es una herramienta útil, en la medida en que responda a la verdad, para el uso de la libertad de aquellos interesados en intervenir en el transcurrir de la misma. No en vano, como decía Zubiri, nosotros somos los griegos.

Pablo Hispán Iglesias de Ussel es licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Navarra. Universidad en la que se doctoró en Historia Contemporánea. Ha desempeñado distintos cargos en la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid. Es autor de varias publicaciones sobre diversos temas como la Economía sumergida, Política monetaria, Política regional, Globalización y temas de la Unión Europea.