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Cuando me preguntan qué poeta en lengua española es mi favorito, respondo sin dudar: «Lope de Vega». Si lo que me preguntan es qué poema prefiero de los escritos en castellano desde las jarchas hasta hoy, contesto sin vacilación: «Las Coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique». Vida, muerte, posteridad, paso del tiempo, inanidad de todo, son algunos de los temas desarrollados en esas Coplas mágicas, ausentes de manera injusta en los repertorios canónicos confeccionados por franceses o por anglosajones, pero felizmente presentes en esta Biblioteca de Occidente, pues suponen, junto a la poesía de François Villon, una culminación del genio literario europeo en ese otoño medieval glosado por Huizinga y tan importante para la configuración conceptual del mundo moderno. Don Jorge, como el Doncel de Sigüenza, fue un caballero lector que aunó en su persona el ejercicio de las armas y el de las letras y que murió en plena juventud en el asalto a la fortaleza de Garcimuñoz, en medio de las guerras dinásticas que asolaron la España del siglo XV. Fue un notabilísimo poeta de cancionero, destacando en el género galante. Pero sus Coplas eclipsan de forma abrumadora el resto de su obra, que, sin ellas, hubiese tenido un mayor relieve y una mayor presencia en los manuales de literatura, pero que, con ellas en las alforjas creativas de su autor, todo cuanto hizo al margen de tan pasmosa elegía queda reducido a la categoría de lo meramente testimonial (pese a la enorme calidad de alguna de sus composiciones cancioneriles). Las Coplas a la muerte de su padre son cifra y símbolo de la mejor poesía española de todos los tiempos. Han conseguido (junto con algunos pasajes del Tenorio de Zorrilla y del Don Mendo de Muñoz Seca, y algunas piezas infantiles de Rubén) la más preciada de las inmortalidades: la de ir pululando de boca en boca en la memoria de la gente, que puede recitar de memoria al menos una o dos de sus estrofas, cinceladas por su autor con una elegancia, una sencillez y una capacidad de síntesis paradigmáticas. Nunca el motivo eterno del ubi sunt? ha conocido unos niveles interpretativos tan altos y tan hermosos como en las Coplas de Manrique. Hay un libro de Pedro Salinas, Jorge Manrique o tradición y originalidad, que resume a la perfección lo que supone y lo que aporta la escritura manriqueña y, en especial, sus Coplas a las letras universales.

Filólogo. Profesor de investigación del ILC/CCHS/CSIC. Poeta. De la Real Academia de la Historia.