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Que NUEVA REVISTA dedique su número extra de diciembre de 2013 a Tomás Moro tiene que ver con una serie de afortunadas circunstancias proporcionadas por la Universidad Internacional de La Rioja, titular de nuestra cabecera.

Es de saber que existe una obra de teatro del periodo isabelino sobre Tomás Moro, escrita por Anthony Munday y otros, y de la cual se conserva un manuscrito en la British Library. En 1871, el especialista en Shakespeare, Richard Simpson, y el editor de Francis Bacon, James Spedding, señalaron que algunas adiciones a la obra que constaban en el texto podían ser del mismísimo Shakespeare. En 1916, el paleógrafo Edward Maunde Thompson confirmó que las correspondientes a las denominadas «mano D» eran efectivamente del Cisne de Avon. Aunque las dudas entre especialistas continúan, la obra fue reestrenada bajo el nombre de Shakespeare y otros por la Royal Shakespeare Company en 2004, y fue incluida en la edición de 2007 de The Oxford Shakespeare, edición canónica de sus obras completas.

En 2012 la editorial Rialp lanzó en Madrid una cuidada traducción al español del libro, realizada por Enrique García-Máiquez y Aurora Rice Derqui y, en fin, UNIR/TEATRO se lanzó a su representación, con compañía propia, dirigida por Tamzin Townsend, y presentada urbi et orbi en el festival de Almagro del 2013 con la adaptación del texto o, más bien, con un nuevo texto escrito por Ignacio García May a partir del palimpsesto isabelino. El libreto, que incluimos íntegro en este número, es nuestro regalo de Navidad.

Así las cosas, NUEVA REVISTA no podía dejar escapar la ocasión de revisitar la actualísima figura de Moro y ha acudido a reconocidos especialistas que orienten nuestra mirada contemporánea sobre su vida y obra.

Tomás Moro nos sigue interrogando hoy sobre una clave esencial de nuestra vida en sociedad, la instancia de la libertad de conciencia o, con expresión de Pío XI (Nonabbiamo bisogno), de la libertad de las conciencias, fórmula esta otra que no deja resquicio a una interpretación posmoderna, relativista («lo mismo da ocho que ochenta») de la propuesta. Tomás Moro ilustra la importancia decisiva que tiene el respeto (tanto por parte de las personas singulares como por parte de la sociedad en su conjunto) a la conciencia de cada persona, que está llamada a recorrer en libertad el camino de su búsqueda y seguimiento de la verdad.