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El autor de esta importante monografía sobre Kieslowski refleja «cómo su experiencia personal se plasmó en su cine y cómo éste es el resultado de una búsqueda vital, con sus dudas, luchas y desencantos». Nos ofrece una reflexión sugerente sobre las claves antropológicas y estilísticas de uno de los más destacados representantes de la Escuela de Cine de Lodz, en la que también se formaron otros pesos pesados como Wajda, Polanski y Zanussi.

Para Rodríguez Chico, lo propio de Kieslowski era «plantear preguntas por medio de casos concretos e imágenes llenas de fuerza dramática, pero se negaba a dar respuestas, también porque admitió no haberlas encontrado en su vida. Decía que cada espectador debía encontrar sus propias respuestas, y que su cine debía tener un carácter abierto y cierta ambigüedad: no hay happy end, sencillamente porque la vida no se puede estancar».

Las páginas de la cuidada edición de este libro contienen muchas pistas para pasear con calma por el cine de un hombre inquieto, muy influido por Ingmar Bergman y Albert Camus, admirador de Tarkovski, del primer Bresson y del Rohmer de los cuentos morales. Un magnífico libro que va muy lejos en el análisis material, aunque se queda algo corto en el formal. De seguro, interesará a estudiosos y buenos espectadores de ese «cine de inquietud moral» y primoroso acabado formal del que Kieslowski es un representante señero.

Profesor de Narrativa Audiovisual e Historia del cine en el Centro Universitario Villanueva (Universidad Complutense).