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La profesora y catedrática de la Universidad de Lund, Inger Enkvist, nos deleita, a la vez que nos despierta, con esta colección de ensayos en torno a algunos autores e ideas mitificados en nuestro tiempo. De ahí el título de Reflexiones heterodoxas: reflexiones al margen de la ortodoxia tópica con que está constituido buena parte de nuestro pensamiento hoy. El estudio, en una excelente prosa, va desgranando algunos tópicos que pululan por la cultura occidental y sus órganos de intelección: las universidades. Aunque los capítulos no estén divididos en bloques (lo que sería de agradecer), hay unas cuantas áreas temáticas bien definidas: el pensamiento crítico y la verdad; Rigoberta Menchú y la imagen de las FARC; comparación de varias trayectorias vitales e intelectuales; el cuestiona-miento del boom latinoamericano, y la ingenuidad de algunos planteamientos sobre el orientalismo.

El primer capítulo (pp. 11 y ss.) es una indagación sobre la estupidez humana desde varios de los autores que se han ocupado de ella: Couvreur, Barzun, Adam, Romain, Östberg, Echeverría, Marina y González Quirós. De la sabia destilación de todos ellos queda la certeza de que el estúpido no se interesa por la realidad y prefiere proferir sus opiniones en lugar de buscar la verdad. Estúpido pero eficaz por momentos fue el intento de ocultar la verdad por parte de regímenes no solo totalitarios como la Alemania nazi o la Unión Soviética, sino también en democracias liberales como Estados Unidos (pp. 179 y ss.); pero, claro: si la verdad no existe y todo conocimiento es construido, como dicen hoy los constructivistas, entonces tal ocultación y manipulación política ni es condenable ni mejorable.

Hay dos capítulos que tratan de personas muy conocidas en los ámbitos de los estudios transculturales y políticos. En Rigoberta Menchú (pp. 19 y ss.), convertida en ídolo por la ortodoxia académica media, relucen profundas contradicciones de su mensaje y su vida; y no son opiniones vertidas sin fundamento, pues la doctora Enkvist revela un metódico conocimiento de Rigoberta Menchú y de la recepción crítica de su obra. En este sentido, se sorprende la autora de la cara amable con que algunos académicos han pretendido presentar a las FARC (pp. 37 y ss.), cuando innumerables testimonios de secuestrados por las guerrillas dan testimonio de su inhumanidad (Clara Rojas, Luis Eladio Pérez, Marc Gonsalves, Keith Stansell, Íngrid Betancourt, Raimundo Malagón, Juan Fernando Samudio, Zenaida Rueda, José Crisanto, Jacques Thomet).

Inger Enkvist estudia a fondo las biografías de Pelé y Maradona (pp. 49 y ss.), para descubrirnos que situaciones semejantes de partida dieron lugar a dos tipos de futbolista con vidas y resultados muy distintos. ¿Qué marcó la diferencia? El esfuerzo personal y la consciencia de estar siendo el modelo de miles de niños y adolescentes. Este estilo de comparar dos vidas lo aplica la autora un par de veces más en el libro. En primer lugar compara las trayectorias intelectuales de Pauline Gibbons y Hannah Arendt (pp. 62 y ss.), y la diferencia existente entre el constructivismo y la filosofía educativa de la primera, y la seriedad y honda reflexión de la segunda. Hacia el final del libro volvemos a encontrar otra comparación de trayectorias intelectuales, entre Bourdieu y Revel (pp. 167 y ss.): Mientras Bourdieu es conocido y citado incuestionadamente por sus tesis sobre la desigualdad de base que supuestamente no se puede paliar ni con la educación, las obras de Revel y sus atinados análisis sobre la inutilidad del conocimiento o la propaganda totalitaria yacen durmiendo en los estantes de librerías y universidades.

Un bloque especial lo constituyen los capítulos dedicados al boom literario en Latinoamérica: especialmente los relativos a Vargas Llosa y García Márquez. De Vargas Llosa (pp. 75 y ss.) desvela cómo desde su izquierdismo original fue dando pasos hacia una postura más liberal ante la constatación de las dictaduras socialistas a las que se vieron sometidos varios países en Sudamérica. Esto le ha llevado a ser no solo novelista, sino pensador y ensayista; transmisor de ideas al fin y al cabo. No pasa lo mismo con García Márquez (pp. 93 y ss.), que a pesar de su in-discutida valía literaria, no sabe sopesar igualmente las ideas que expone. La diferencia queda meridianamente expresada en el magistral análisis de los discursos de ambos autores al recibir el Premio Nobel de Literatura en sendas convocatorias (pp. 105 y ss.). Habría que hacer notar aquí que, del excelente análisis de ambos discursos que hace la doctora Enkvist, se ha deslizado un error al entender las falacias ad ignorantiam como argumentos destinados a los ignorantes, cuando en realidad se trata de argumentos que tratan de probar algo desde la ausencia de argumentos en contra (p. 116). Todo este bloque dedicado a Iberoamérica se cierra con un capítulo dedicado a cuestionar la valía sin fisuras del boom (pp. 121 y ss.) con la verosímil tesis de que, junto a grandes estrellas del firmamento literario, pasaron también como literatura de primera calidad autores y obras menores.

El último bloque que encontramos bien diferenciado dentro del libro lo conforman los ensayos dedicados a Juan Goytisolo y la mitificación del orientalismo. En el capítulo dedicado a la ética y la estética de la investigación literaria (pp. 133 y ss.) recoge las reflexiones personales que le suscitaron el hacer un proyecto de investigación sobre Goytisolo, puesto que descubrió tres tipos de académicos: los que no se mojan en cuestiones delicadas y saben exactamente qué decir para seguir subiendo en el escalafón académico; los comprometidos pero que yerran al denunciar la paja en el ojo ajeno sin ver la viga en el propio, y los que honestamente buscan la llave de comprensión del problemas sin renunciar a la seriedad académica y sin dejar de denunciar las contradicciones evidentes que salen al paso. Por ejemplo, le parece evidente la influencia distorsionante que la obra de Said, Orientalismo, ejerció sobre generaciones enteras de investigadores y literatos como Goytisolo (pp. 143 y ss.), lo que lleva a que se pueda demonizar la reconquista de al-Ándalus sin decir una sola palabra de la conquista previa a la que fue sometida la Península por parte del Califato Omeya (pp. 155 y ss.).

En definitiva, la obra de la catedrática Inger Enkvist es una lúcida reflexión sobre algunos tópicos literarios y culturales del presente, apta para abrirnos los ojos o, al menos, para evitar que participemos acríticamente de las canonizaciones del establishment ambiente.

Universidad CEU-Cardenal Herrera