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Hilde Domin en la poesía española, de Antonio Pau Trotta, Madrid, 2010, 144 págs., 12 euros

La editorial Trotta publica en su «colección mínima» una obra de Pau, que por su contenido es «máxima», pues ha sido escrita con la maestría y la soltura de un excelente conocedor de la lengua y la cultura alemanas, que en este libro se pone una vez más de manifiesto. Se compone de diecisiete capítulos, precedidos de una nota preliminar, y cerrados con una nota final, a la que se añaden una cronología, una bibliografía (de Hilde y sobre Hilde) y un índice de ilustraciones. En el elenco bibliográfico no hay ningún autor español, ello prueba que son necesarios trabajos como este que presentamos por parte de escritores españoles, que dediquen su atención a una autora, que tanto escribió en España, y en español, y que de modo tan decisivo contribuyó a dar a conocer en Alemania a los autores españoles (de prosa y de verso). Hilde Domin, junto con su marido, Erwin Palm, contribuyó poderosamente al conocimiento de la poesía española del momento con la obra Rosa de ceniza, pero la prosa española era poco conocida y para su difusión fue decisiva la obra de Domin España contada. A la selección que de los autores de prosa hace Domin dedica Pau el capítulo XIII (pp. 117 y ss.), recogiendo cómo ve el estilo de los escritores españoles y el porqué de su selección.

El título responde muy bien al contenido, pues la obra y la vida de esta poeta alemana son presentadas desde el prisma de su relación con la poesía española. Se trata de un libro muy bien documentado, con unas traducciones de los versos originales del alemán al español muy acertada: mantiene el lirismo y la sencillez de la lengua original.

Ya la primera obra de Hilde tenía una originalidad «a la que contribuía, y no poco, la influencia de los poetas españoles del 27, era como una bocanada de aire fresco que aliviaba la densidad de la poesía alemana del momento» (p. 102). Su poesía sorprendía por el delicado lirismo en un panorama poético en el que «dominaba el tono épico y el ásperamente sarcástico» (p. 102). Pero si el conocimiento de la poesía española fue el campo abonado, la semilla que luego germinó en una obra poética cuajada de frutos maduros, fue su propia experiencia vital. Desde su huida de la Alemania nazi primero y de la Europa invadida después, hasta la muerte de su madre y el abandono real y la dura incomprensión por parte de su marido Erwin Palm fueron experiencias que nutrieron su obra. Ella misma diría que su apoyo era una rosa, y que «con la rosa me refiero al idioma, que fue el asidero en los años de exilio» (palabras de Hilde, recogidas por Pau en la p. 103). «Hilde Domin se consideró una poeta española que escribía en alemán. Su estirpe literaria era española» (p. 9). «Este injerto meridional en el árbol sombrío de la poesía alemana dio frutos hasta entonces desconocidos: unos poemas sin peso y con pulpa de sabor intenso» (p. 10).

A lo largo de sus diecisiete capítulos el lector se introduce en las dificultades de todo tipo (también económicas) de un matrimonio de judíos alemanes que conoce la poesía de Lorca, porque un librero catalán tiene la generosidad de regalarle un libro que su economía no les permitía adquirir, que vive en Santo Domingo y en España, y viaja por distintos puntos de su geografía, además de dar conferencias por toda Europa, América y Asia, cuando ya han alcanzado fama y reconocimiento mundial, cada uno en su propio ámbito. El capítulo V (pp. 37 y ss.) recoge el encuentro de Domin con Juan Ramón Jiménez en Nueva York. En el capítulo VIII (pp. 59 y ss.), se relata cómo y cuánto publicó Hilde en la revista poética malagueña Caracola. Pau da cuenta también de cómo su amistad con Vicente Aleixandre propició que su primer libro se publicara en España. En cambio, en su primer libro en Alemania hubo de experimentar la humillación de que falsificaran el año de su nacimiento, porque se consideraba que publicar un primer libro tan mayor era una desventaja para su difusión. En el capítulo XII (titulado «Aquí fui feliz») se recoge una extensa carta de Hilde a su hermano, en la que se expresa el desahogo de la autora acerca de la intimidad de su vida junto a Erwin, de su abandono y de su encuentro con Rudolf Hirsch. Todo ello sería el tema de su novela poética El segundo Paraíso. En estas páginas, el lector aprende de la experiencia humana de Hilde, una mujer que por haber amado tanto, ha sabido sufrir y perdonar, sin amargar por ello su carácter, y también aprende con ayuda de Pau —y de las citas que éste hace de Gadamer— del significado de la idea del «retorno» en la poesía alemana contemporánea.

«Sin quererlo» podría ser la leyenda del escudo poético de Domin, señala Pau en la nota final (p. 143), tomándolo de unos versos de esta poeta («Y al pasar, / sin quererlo / enciendo uno u otro farol / en los corazones, al borde del camino»), y explicándonos que ese «sin quererlo expresa la ligereza intencionada hecha de elegancia y de la ausencia de toda pretensión didáctica» (p. 143). A lo largo de toda la obra aparece la vida de la poeta como un gráfico marcado por dos coordenadas: el profundo enamoramiento de su marido, que a pesar de todas las dificultades murió en sus brazos, y una convivencia real y concreta llena de fricciones desde el comienzo de la vida matrimonial. Tal vez ambas cosas fueran como las dos caras de la moneda, que alcanzó un gran valor humano y literario por estar hecha de dolor y de perdón (de experiencias y de olvidos, diría Hilde), más que de sentimientos:

«La poesía como espuma del corazón surgida contra el destino, hecha de experiencias y de olvido» (p. 144).

Hilde, en respuesta a Lope de Vega escribió, «Puse el pie en el aire y me sostuvo» (p. 106), versos que ella quiso que se grabaran en su tumba. Los versos de Lope, que ella misma había traducido al alemán, a los que respondía son:

«Dando voy pasos perdidos / por la tierra que es toda aire». Hoy, quien se acerque a la obra de Domin a través de este libro de Pau, podrá experimentar que su poesía sigue sosteniéndose en el aire como una rosa de tallo sereno y fuerte.

María José Roca

Profesora de Derecho Eclesiástico del Estado. Universidad Complutense de Madrid