Esteban Torre es médico. Cuando llevaba ya bastantes años ejerciendo la profesión que ennobleciera Hipócrates, lo asaltó la Filología en un descampado de su mente y lo atrajo hacia su partido. Se convirtió en uno de nuestros mayores especialistas en métrica y obtuvo una cátedra en el Departamento de Lengua Española, Lingüística y Teoría de la Literatura de la Universidad de Sevilla, donde ejerce su magisterio. Hizo una tesis doctoral sobre Huarte de San Juan y su Examen de ingenios para las ciencias que continúa siendo imprescindible. Fue precisamente con motivo de su dedicación al también médico Huarte como vi impreso por primera vez el nombre de Esteban, ligado a una preciosa edición del Examen en Editora Nacional. En su calidad de experto en métrica, no podía dejar de interesarle una estrofa tan compleja como la sextina, que tanta habilidad y sabiduría requiere. Torre es, también, poeta, y de los buenos, de manera que su brillante desempeño profesional se ve enriquecido, en su caso, por una sensibilidad poética muy depurada. Para corroborar lo que les digo, ahí está «Certidumbre».
CERTIDUMBRE
Poco importa seguir en sombras, cerca del horror del vacío, si a lo lejos una cálida luz alumbra, y todo nos hace ver el triunfo de una vida que se levanta al fin sobre la muerte, más allá de la niebla de la nada. Pero la negra espira de la nada Y hay un ansia febril que, sobre todo, |
Porque lo más horrible no es la muerte, sino esta certidumbre de que todo se va desmoronando y, a lo lejos, surge el hueco castillo de la nada, que, cuando lo miramos más de cerca, es el dulce palacio de la vida. Hacerse y deshacerse en clara vida, Sí, todavía se mantiene lejos No importaría estar cerca ni lejos |