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En 2014 Nueva Revista publicó un volumen extraordinario titulado La universidad española. Reformas pendientes, que tuvo una gran acogida. El artífice de ese número, Rafael Puyol, ex rector de la Universidad Complutense, es también el coordinador de Universidad 2018 (Nueva Revista, número 163), que esta mañana ha sido presentado en Logroño, en la sede de la Universidad Internacional de La Rioja.

El nuevo monográfico no es, ha resaltado Puyol, «repetición, sino continuación y complemento» del anterior. Si La universidad española. Reformas pendientes versaba sobre grandes temas de la enseñanza superior, en Universidad 2018 se ha dado la palabra a todos los grupos implicados: expertos nacionales y extranjeros, partidos políticos, representantes de la sociedad, de las empresas o de los estudiantes para abordar de otro modo los asuntos importantes: la selección del profesorado, la gobernanza, la salud de la investigación, la financiación, los rankings, los títulos, la empleabilidad, la internacionalización y el uso de las nuevas tecnologías.

Se trata, como ha subrayado Puyol, de «un material riquísimo» que pretende contribuir al debate de «lo que debe ser» y lo que «hay que hacer en nuestras universidades».

En el acto en Logroño, tras las palabras de bienvenida de José María Vázquez García-Peñuela, rector de UNIR, y la presentación de Rafael Puyol, ha habido un coloquio con Segundo Píriz, rector de la Universidad de Extremadura y ex presidente de la CRUE (Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas), Francisco Michavila, catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid, y Federico Gutiérrez-Solana, catedrático de la Universidad de Cantabria y también ex presidente de la CRUE. El debate ha sido moderado por Juan Carlos Laviana, director de Nueva Revista.

Contra los tópicos

Durante el coloquio Píriz ha dejado claro, si se utilizan datos comparativos, que en España no sobran universidades y que en los rankings no salimos tan mal. Michavila ha añadido que si la opinión pública percibe lo contrario quizá se deba a que el aumento de las universidades en España se haya dado tarde, y ha recordado que la universidad española, en producción científica, ocupa el puesto décimo del mundo, aunque baja al puesto veintiuno si se mide la producción científica de calidad. Gutiérrez-Solana ha defendido que la universidad tiene mala prensa porque «se nos olvida que es una parte sustancial de la sociedad». El problema no era la «sobrecualificación», sino una sociedad sin el tejido adecuado para acoger a los «sobrecualificados», aunque ambos extremos se relacionen.

Capacitar para conseguir empleo

En este punto, la empleabilidad, Michavilla ha señalado el valor de las «habilidades o capacidades transversales», como saber hablar bien en público o escribir bien. De muchas universidades prestigiosas lo que más se valoraba era la proximidad de los profesores a los alumnos. Los profesores tendrán que cambiar sus prioridades para conseguir objetivos más altos, concluía. Píriz ha dicho que cuando él estudiaba tomaba apuntes, ahora esos apuntes y muchos más contenidos están en el campus virtual, lo cual señalizaba otro tipo de profesor y otro tipo de alumno. Además, la universidad aspira a la formación total, en la verdad, de ciudadanos críticos, no solo a dar una serie de conocimientos más o menos prácticos. Gutiérrez-Solana ha afirmado que los contenidos evolucionan: era necesario adaptarlos y compatibilizarlos con la vida de las empresas. Había que levantar una relación viva entre universidades y alumnos por una parte y el tramado empresarial por otra.

Investigación

Finalmente, en el capítulo de la investigación Gutiérrez-Solana ha puesto el acento en la creación de patentes, algo en lo que baja la universidad española, y en la necesidad de que las empresas privadas inviertan en investigación, algo en lo que España está también muy por debajo de la media de los mejores países. La universidad tenía que «tender puentes», ser «muy proactiva». Píriz ha ilustrado lo anterior aludiendo a que muchas empresas automovilísticas ensamblan en España, pero no diseñan los modelos aquí. Sí crean, por ejemplo, los investigadores de la Universidad de Zaragoza que están en contacto con la empresa Balay para conseguir beneficios mutuos, y eso apunta en la buena dirección. Michavila ha pedido que se modifique la legislación para que cuente en el currículo la investigación de calidad y solo la de calidad. Desea escuelas muy cuidadas de estudios avanzados, como en Suiza y en los Países Bajos, donde un tanto por ciento muy elevado de sus doctorandos son extranjeros.

Director de «Nueva Revista», doctor en Periodismo (Universidad de Navarra) y licenciado en Ciencias Físicas (Universidad Complutense de Madrid). Ha sido corresponsal de «ABC» y director de Comunicación del Ministerio de Educación y Cultura.