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El profesor Andrés Fernández es doctor en Psicología y ha ampliado estudios en las Universidades de Oxford, Lund y el King’s College de Londres. En esta entrevista nos habla de la obediencia abordada desde su campo de trabajo.

Usted ha estado estudiando últimamente de forma especial el tema de la obediencia. ¿Cuál es la bibliografía que recomienda al respecto?

Probablemente el estudio de Milgram llevado a cabo en 1963 sobre la obediencia a la autoridad junto con el de Zimbardo en 1971 sobre violencia y agresividad sean algunos de los estudios más famosos y con mayor repercusión en Psicología. Ambos pusieron en evidencia la cara más negativa del ser humano. En el caso de la obediencia, el artículo original fue publicado por Stanley Milgram en 1963 en la revista Journal of Abnormal and Social Psychology. Posteriormente se ha abordado en muchos manuales de Psicología (véase por ejemplo, Myers, 2005) y en prácticamente todos los manuales de Psicología Social (e.g., Ovejero, 2015).

¿Defiende Milgram que se puede hacer daño a una persona simplemente por obedecer a la autoridad, que incluso las personas “normales” son capaces de cometer atrocidades por obediencia? ¿No será más bien por un falso concepto de lo que es la obediencia? ¿Se refiere a que las están torturando y no soportan ya el grado de tortura?

Milgram comprobó que las personas “normales” eran capaces de aplicar descargas eléctricas de intensidades mortales sobre otras personas que acababan de conocer simplemente porque obedecían una orden. Es más, lo hacían mientras escuchaban sus gritos de dolor ─obviamente fingidos─ ante la supuesta descarga.

Antes de llevar a cabo el estudio, Milgram preguntó a varios especialistas sobre cuál era su previsión respecto a la intensidad de descarga que serían capaces de aplicar estas personas y respecto a cuántos llegarían a aplicar la máxima intensidad (descarga potencialmente mortal). Los especialistas coincidieron en decir que las personas solo aplicarían descargas de bajo voltaje y que solo un 1 por ciento (aquellos más sádicos) serían capaces de llegar a aplicar la máxima intensidad. Los resultados fueron sorprendentes e inesperados. Dos tercios de la muestra llegaron a aplicar la máxima descarga. Recuerdo que se trataba de descargas mortales.

Por tanto, no se trata de un falso concepto de obediencia, sino de que realmente una persona en estado de agente ─ es decir, cuando percibe que pertenece a una jerarquía y que, por tanto, los que están por encima de él son los verdaderos responsables de esos actos ─ y con una socialización previa en obediencia, es capaz de obedecer a cualquier precio.

El hecho de que los sujetos experimentales hubiesen cobrado previamente por participar en el estudio y que se llevase a cabo en una universidad ayudó a justificar el comportamiento y a facilitar la obediencia. Aun así, no se justifica de ninguna forma ese comportamiento.

¿No se recurre a la obediencia como una excusa para intentar eludir responsabilidades? Justo los nazis, tras la guerra, utilizaron esa técnica cuando eran imputados.

Efectivamente, muchos de los protagonistas de aquellas atrocidades indicaban que simplemente obedecían las órdenes de sus superiores. Por este motivo, se realizaron estudios para intentar dar repuesta al fenómeno del Holocausto. Concretamente Milgram quiso saber si los torturadores nazis se comportaban así por sus defectos personales o si, por el contrario, cualquier persona podría llegar a ejecutar a un extraño si se lo ordenaban. ¿Puede ser utilizado como excusa? Por supuesto. No obstante, tanto en su estudio como en replicas posteriores (por ejemplo, simulando concursos televisivos) se ha demostrado que la obediencia puede hacer que las personas puedan provocar verdaderas atrocidades en situaciones claramente diferentes a las del holocausto nazi. En estos estudios, desobedecer era claramente más “barato” (menor castigo). Además, tampoco se había estado bajo la influencia de la propaganda nazi. Por tanto, este estudio pone de manifiesto el comportamiento irracional (y amoral) del que somos capaces ante la presión de una autoridad.

¿Ve Milgram aspectos positivos en la obediencia?

Por supuesto. Stanley Milgram definía la obediencia como el elemento más básico de la estructura social humana. De hecho, lo consideraba una condición necesaria para toda vida en comunidad. En principio, salvando algunos matices y teniendo en cuenta el momento en el que lo dice, la mayoría podríamos estar de acuerdo con esta afirmación. No obstante, su principal preocupación fue descubrir lo “manejables” que podemos llegar a ser ante líderes con ideales perversos poniendo de relieve la irracionalidad de nuestro comportamiento.

Es curioso que, según Milgram, ninguno de los participantes en el estudio se levantó a ayudar a la persona que recibía las supuestas descargas sin pedir permiso previamente al investigador ─aun habiendo escuchado claramente sus quejas y sufrimiento─.

¿Se aborda en Psicología el estudio de la obediencia desde un punto metafísico o solo experimental? Con lo de metafísico me refiero a defender el concepto de verdad al estilo Ratzinger (crítica inteligente al relativismo).

El estudio de la obediencia se aborda estrictamente desde el punto de vista experimental. Es decir, simplemente se trata de conocer cuáles son realmente las variables que provocan este comportamiento poniendo el énfasis en aquellos aspectos de índole situacional por encima de las personales.

Director de «Nueva Revista», doctor en Periodismo (Universidad de Navarra) y licenciado en Ciencias Físicas (Universidad Complutense de Madrid). Ha sido corresponsal de «ABC» y director de Comunicación del Ministerio de Educación y Cultura.