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Quienes nos dedicamos de un modo u otro a la política internacional, nos vemos en ocasiones abocados a la obligación de anticipar escenarios y construir discursos sobre la frágil tarima de la prospección de futuro. Este ejercicio, a caballo entre el análisis, la intuición y la lectura en la bola de cristal puede convertirse a menudo en un deporte de alto riesgo. Sin embargo, de vez en cuando surgen coyunturas y personajes que convierten esta arriesgada tarea en una labor sencilla, fácil y segura. En esta tesitura nos encontramos aquellos que hemos analizado el fenómeno Chávez en Venezuela y su influencia en la región. Sin ánimo de alarmar más de lo debido, a continuación voy a presentar los perfiles de un fenómeno que considero marcará la realidad latinoamericana en los próximos años. El análisis que anticipo es el resultado de más de cincuenta entrevistas con políticos, diplomáticos, empresarios, responsables de ONG, periodistas y algún que otro artista venezolano, realizadas durante dos viajes a la patria bolivariana de Hugo Chávez. Otra parte de la información sobre la que he construido las siguientes reflexiones procede de numerosas entrevistas realizadas en Washington, Lima, Bogotá y Madrid.

Recuperando la gimnasia historicista a la que me refería al comienzo, me permito adelantarles mi primera prospección: Hugo Chávez pasará a la historia como uno de los personajes políticos más lamentables del siglo XXI. Junto a él -y esto ya tiene implicaciones para nuestro país- también quedarán marcados en los libros de historia todos aquellos que desde posiciones de poder se dedicaron a alimentar al monstruo o a ignorar las voces de alarma como la que modestamente me permito alzar de nuevo desde esta rigurosa tribuna que es Nueva Revista.

DE LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA…

La ventaja que ofrece el fenómeno Chávez es que cualquiera puede acceder a su pensamiento político. Estamos ante un engendro político que piensa en voz alta y en directo y cuya agenda oculta no puede resistir la tentación de airearla cada domingo en sus interminables alocuciones televisivas en su programa Aló Presidente. Tras su fallido golpe de estado, Chávez estuvo encerrado en la cárcel durante algún tiempo, que dedicó a depurar su rudimentario pensamiento político. No sé bien por qué razón, pero los libros que alumbraron sus largas noches a la sombra durante los noventa fueron libros del marxismo más subversivo escritos en los años sesenta. El Chávez que gana las elecciones en el 98 lo hace con un discurso que combina con gran eficacia los elementos fundamentales del marxismo leninismo antiimperialista más ortodoxo de los años sesenta con la referencia constante a Simón Bolívar y un guiño permanente al indigenismo emergente.

Este cóctel de marxismo-bolivariano-indigenista, que cada semana ofrece a los ciudadanos venezolanos a través de los encadenados televisivos (obliga a todas las televisiones a encadenarse a la emisión de sus apariciones en la televisión pública), destila los ingredientes del otro gran fenómeno americano del momento, que son los telepredicadores. Son frecuentes sus referencias a Dios, la utilización sacrilega del crucifijo y la aplicación de las técnicas clásicas de comunicación de los predicadores americanos: televisión, política y religión directa al corazón y las mentes de una población desesperada y ávida de referencias cercanas.

Pues bien, esa presentación del personaje y su discurso ha sufrido un proceso de clarificación ideológica indudable a lo largo del último año que creo conveniente avanzar. Lo explicó él mismo en el II Congreso Bolivariano organizado en Caracas en enero de 2005.

…A LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA DEL SIGLO XXI

Fue entonces cuando convocó en la capital de la República a todos los partidos comunistas latinoamericanos, a los movimientos indigenistas y a todo movimiento subversivo de la región a concertar un nuevo discurso y todo un proyecto político para la región. A partir de entonces Chávez habla más de socialismo que de revolución bolivariana. Con su habitual desparpajo relató una conversación con Fidel Castro en la que el Chivo cubano le ayudó a aclarar sus ideas: «Hugo, lo que tú llamas revolución bolivariana nosotros llevamos tiempo llamándole revolución socialista».

Como digo, desde entonces Hugo Chávez habla de nuevo socialismo para el siglo XXI y en ese ejercicio de depuración del discurso ha jugado un papel fundamental uno de los personajes más intrigantes de toda esta historia. Se trata de Martha Haernecker, ciudadana chilena nacionalizada cubana que se destacó como ariete intelectual de la más pura ortodoxia marxista en los sesenta con un librito en el que adoctrinaba a los trabajadores en su lucha contra la explotación de los patronos a través del trabajo en células revolucionarias y más literatura de combate. Esta señora, que ha trabajado para Castro durante muchos años, dispone ahora de un despacho en el palacio de Miraflores en Caracas y diseña y depura el discurso de Chávez en todas sus intervenciones. Esta spin doctor del nuevo socialismo es uno de los elementos ideológicos que dan contenido a un programa de cooperación institucionalizada a todos los niveles entre Castro y Chávez. El objetivo político es utilizar la frágil democracia latinoamericana como caballo de Troya de la revolución socialista. Pero una cosa es el mundo de las ideas y otra muy distinta el mundo real en el que todo cuesta unos dólares o algunos barriles de petróleo.

APROPIACIÓN INDEBIDA DEL SUFRIMIENTO DE LOS DÉBILES

Cuando se intenta explicar que el proyecto chavista es una locura, uno siempre se encuentra con la clásica respuesta del típico comodón de la izquierda biempensante, o como los llama Plinio Apuleyo de Mendoza, del clásico idiota latinoamericano. Se nos dice que es lógico, explicable y saludable el ascenso de Chávez porque la pobreza y las desigualdades de renta son insufribles en aquellas latitudes. De nuevo la gran mentira que ignora las lecciones de la historia del siglo XX, es decir, que Chávez es el rey de los pobres porque defiende, sus intereses. Si se quiere combatir a Chávez lo primero que hay que hacer es combatir esta idea. Chávez no defiende a los débiles y los pobres del mismo modo que Cuba no es una factoría de prosperidad. Lo que hace Chávez es apropiarse de su sufrimiento y utilizarlo en beneficio de su causa, retroalimentando el sufrimiento y la miseria. Para no enredarnos en ese frontón ideológico lo mejor es recurrir a los datos que ofrece la realidad.

El índice de pobreza en Venezuela ha aumentado considerablemente desde que en 1999 Chávez asumió el poder en su país. Pero además, si observamos los subíndices que miden la pobreza extrema así como la desnutrición y mortalidad infantil, comprobaremos cómo esa ecuación de socialismo y reducción de la miseria se nos muestra de nuevo como una gran farsa.

Resulta evidente que estos datos incomodan mucho a los nuevos revolucionarios y por ello mismo en junio de 2005 el Gobierno bolivariano anunció un cambio en los estándares de medición nacionales de las magnitudes de la vergüenza. Ocultar la verdad para que la revolución no se tropiece con la dura realidad. La novedosa política económica de Chávez consiste en un viaje al pasado a través de lo que él llama el desarrollo endógeno que no es otra cosa que rescatar la doctrina fallida de los economistas de la CEPAL de los años setenta. Es decir, sustitución de las importaciones mediante mecanismos de producción propia al margen de la dinámica de flujos comerciales que genera la globalización. Este planteamiento que se reconoce abiertamente anticapitalista se complementa con iniciativas tan reaccionarias como la confiscación de fincas privadas o el reciente anuncio de nacionalización de las empresas privadas que el Gobierno considere inactivas. Pero todo este cúmulo de decisiones y programas económicos no sería posible si no confluyese en el caso venezolano lo que sin duda es el verdadero combustible de la revolución: el petróleo.

EL COMBUSTIBLE DE LA REVOLUCIÓN

Venezuela es el quinto productor de petróleo del mundo y uno de los países más activos en la OPEP. La producción actual es de 2.650.000 barriles de petróleo diarios, aunque lo cierto es que en los últimos años esta producción ha bajado de los más de tres millones de barriles y se ha ido reduciendo en 750.000 barriles (con el consiguiente efecto de estrangulamiento de la oferta mundial en un momento de gran demanda internacional). Cuando Chávez llegó al poder en 1999 el barril de petróleo venezolano se encontraba en los mercados a un precio de 7 dólares y debido a ese incremento de la demanda provocado por la emergencia china, entre otros factores, ese mismo barril de petróleo se vende en la actualidad a 49 dólares. Ese es el margen del que se nutre la revolución de Chávez y ese es el dinero de todos los venezolanos que se destina a financiar el eje subversivo Castro-Chávez.

Ambos mandatarios, por ejemplo, han suscrito un acuerdo de cooperación en virtud del cual PEDEVESA, la empresa estatal de petróleos de Venezuela, vende a un precio irrisorio 90.000 barriles de petróleo diarios a la Cuba de Fidel Castro. Lo que antes hacía la URSS ahora lo hace Chávez. Además, en ese acuerdo se permite al dictador cubano revender a precio de mercado ese mismo petróleo. Pero como en toda relación equilibrada, Castro proporciona a Chávez lo que a él más falta le hace, conocimiento revolucionario. Así, Cuba ha enviado a 30.000 asesores cubanos a Venezuela que, según lo declarado por ambos Gobiernos, desempeñan funciones de asistencia sanitaria e instrucción deportiva. Se vestirá como se quiera, pero los instructores deportivos de Castro enVenezuela son verdaderos asesores para formar a las milicias bolivarianas que Chávez está armando y que sin duda serán la vanguardia de la revolución cuando se produzca cualquier conato de resistencia cívica y democrática de la oposición venezolana. Según ha declarado el propio Gobierno, el objetivo es que estas milicias agrupen en poco tiempo a más de dos millones de ciudadanos que actuarán como verdaderos guardianes de la revolución con sus camisetas y gorras de baseball rojas, dispuestos a defender por la fuerza el nuevo orden socialista.

Pero el problema del petróleo tiene una derivada que complica la lectura estratégica de todo este escenario. Estados Unidos compra 900.000 barriles diarios a Venezuela y Chávez sabe que hay otros compradores dispuestos a pagar el mismo precio y en la misma moneda. En mi opinión, este factor es el que impide lecturas y análisis precipitados sobre el papel que Estados Unidos tiene y tendrá en la evolución de lo que es una amenaza regional en toda regla.

Como ocurre en el caso cubano, es un error pensar que Estados Unidos lo puede todo, como sin ninguna gracia ha afirmado el multimillonario reverendo Pat Robertson. Los enemigos de Estados Unidos no son débiles y tienen instrumentos de presión peligrosos. Los americanos del norte saben que Castro puede hacerles daño, provocando una crisis migratoria de grandes proporciones al librar, por ejemplo, de la noche a la mañana un millón de cubanos en las costas de Florida. Hoy las armas de los dictadores no tienen por qué tener cabezas nucleares y pueden cobrar tanto la forma de un barril de petróleo como la de un pobre inmigrante, hambriento y desesperado.

METÁSTASIS DE LA REVOLUCIÓN

El caudillo venezolano lo ha dicho muy claro y en repetidas ocasiones: «No me iré antes del 2021», «La revolución será mundial o no será». Chávez quiere exportar su movimiento y para ello tiene una estrategia que ya está en marcha. El fracaso relativo de la democracia latinoamericana que supone que, según datos de Naciones Unidas, más de la mitad de la población hispana del continente americano se declare partidaria de regímenes autoritarios que combatan la injusticia y la corrupción, es el mejor caldo de cultivo para una estrategia que quiere utilizar la democracia como caballo de Troya de una revolución que no se agota en Venezuela y Cuba.

El excedente de tesorería no sujeto a contraloría que genera el petróleo de Venezuela se calcula, en la actualidad, en unos 10.000 millones de dólares. Eso quiere decir que esa cantidad se puede gastar en aquello que Chávez considere conveniente para sus objetivos regionales. Quién más y quién menos sabe lo que cuesta una campaña presidencial en Latinoamérica. Con diez millones de dólares se hace una campaña de primera calidad y en el año entrante se van a celebrar once procesos electorales en toda Latinoamérica.

El Movimiento Quinta República de Chávez ha elaborado un plan de colaboración estructurada con todos los partidos de extrema izquierda del continente dispuestos a comulgar con la estrategia del mandatario venezolano. Así, podemos hacer un somero repaso de algunos casos que ya han sido verificados y que podrían dar resultado en un futuro no muy lejano.

Chávez colabora con Daniel Ortega, que sigue liderando el Frente Sandinista de Nicaragua y que tiene posibilidades de recuperar el poder el año que viene en el país de los volcanes y los tiburones de agua dulce. También está estructurada la cooperación con el FMLN salvadoreño, que con el paso del tiempo se ha ido deshaciendo de sus elementos más socialdemócratas para ser en la actualidad una formación política dirigida en exclusiva por el partido comunista.

Hasta en la pacífica Costa Rica la injerencia de Chávez ha sido denunciada por el propio presidente de la República, el psiquiatra social cristiano Abel Pacheco.

En Bolivia ya hemos comprobado cómo se derroca un gobierno constitucional mediante la presión en la calle y con un liderazgo emergente que combina todos los elementos del discurso de Chávez, como es el del líder cocalero Evo Morales. No es casualidad que cuando Chávez acudió a la toma de posesión del nuevo presidente del Uruguay, Tabaré Vázquez, lo hiciese acompañado en su avión oficial por el líder cocalero bolivariano.

Ecuador también es un territorio en el que la institucionalidad pasa sus horas más bajas y donde las tensiones entre la costa de Guayaquil y la sierra de Quito no hacen imposible la emergencia de un movimiento autonomista o separatista, similar al producido en Bolivia y la provincia de Santa Cruz de la Sierra recientemente.

Es decir, el peligro que no dudará en atizar el caudillo venezolano es el de la secesión o debilitamiento de las entidades nacionales de unos Estados que están a un tris de convertirse en fallidos.

El Perú también afronta un proceso electoral presidencial con fuertes interrogantes. En los últimos meses se ha visto cómo el movimiento etnocacerista de los hermanos Húmala se va haciendo un lugar en las encuestas. Estos dos hermanos militares, acusados de golpismo y de promover la subversión con el clásico discurso del «Todos fuera», ya han sido cortejados por Chávez y nadie discute que su ruido mediático se financia con los petrodólares del caudillo bolivariano.

ESTRATEGIA INTERNACIONAL

Esta estrategia de penetración a través de la financiación de las campañas electorales de partidos políticos aparentemente democráticos se complementa con una estrategia internacional que también presenta perfiles preocupantes. Chávez ha anunciado su iniciativa del anillo energético a través del cual pretende condicionar los suministros de toda la región.

Pero hay más. Hace dos meses. Chávez anunció la creación de PetroCaribe como plataforma de suministro a precios ventajosos de petróleo a los microestados del Caribe, que si bien no tienen peso estratégico en la región, sí son miembros de pleno derecho con voto en el CARICOM, en la OEA y en Naciones Unidas.

Este anclaje en organizaciones internacionales y regionales no es despreciable en una estrategia en la que, tarde o temprano, se van a producir fricciones con el norte. Pero no todo se reduce a la colorista y mágica Iberoamérica, pues los contactos de Chávez son de alcance global y sus conexiones con el mundo islámico son cada día más visibles.

Hace pocos meses Chávez firmó un acuerdo de cooperación energética con Irán y no son pocos los analistas que no descartan que esa cooperación acabe llevándose al terreno de la energía nuclear.

También y aunque esto último parezca la guinda de un burdo guión de una película de Hollywood, lo cierto es que en Caracas se han visto recientemente delegaciones de miembros del Gobierno de Corea del Norte. ¿Qué hacían? No lo sé.

REARME MILITAR

Por último, una breve referencia al rearme militar de Venezuela, promovido por Hugo Chávez. Ha sido ampliamente comentada, y con preocupación, la compra de 100.000 fusiles de asalto realizada por el ministerio de Defensa venezolano a los rusos, máxime cuando el ejército regular de Venezuela no supera los 30.000 efectivos.

Pero más preocupante es que se estén construyendo cerca de la frontera colombiana varias fábricas de munición para esos mismos fusiles de asalto rusos que, ¡vaya coincidencia!, utilizan la misma munición que la guerrilla colombiana de las FARC.

El pasado 28 de agosto, el presidente Hugo Chávez se vanagloriaba en la televisión de este rearme para hacer frente al peligro imperialista y explicaba que este proceso de modernización había sido posible gracias a la colaboración de países como ¡España!

Hace unos meses, cuando el presidente Zapatero visitó Caracas en viaje oficial para suscribir el acuerdo de venta de material de defensa al caudillo venezolano, decidió visitar a la colonia española en la Hermandad Gallega. Al llegar a las puertas del local se encontró con una incómoda situación que puso nerviosos a los servicios de protocolo y de seguridad de la presidencia del Gobierno. Un grupo numeroso de compatriotas le recibieron con gritos de censura y una pancarta que decía: «Zapatero, madura: aquí tenemos dictadura».

Diplomático. Diputado al Parlamento español. Secretario ejecutivo de Relaciones Internacionales del Partido Popular