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Alberto Jiménez Becerril, abogado, ha sido el más eficaz gestor de la Hacienda del Ayuntamiento de Sevilla en los tiempos de la democracia. Cuando decidí dejar la política, hace ya unos años, Alberto Atomó el relevo en la delegación municipal, y desde entonces, había realizado una ingente tarea que será recordada en muchos años, alcanzando para nuestra ciudad objetivos que se creían imposibles de lograr. Difícilmente se podrá igualar en mucho tiempo las cotas a las que llevó las arcas municipales. A su adecuada formación jurídica, Alberto unía una tremenda capacidad de diálogo, que le permitía encontrar soluciones pactadas en los temas más peliagudos. Su forma de ser le permitió afrontar con éxito negociaciones enconadas y sacar adelante en el Ayuntamiento cuestiones que desde hacía años parecían no tener salida. Con Alberto y su familia me unía una amistad larga, que reforzamos con frecuentes reuniones de amigos durante más de un lustro. Su alegría y velocidad en la respuesta chispeante hacía que el tiempo se pasase volando cuando asistía a cualquier velada. Compañera inseparable de Alberto, Aseen fue una madre ejemplar y un apoyo para él en todo momento. A su forma de ser, afectuosa y amable, unía una capacidad profesional que le permitía llevar adelante su procura de forma muy satisfactoria para los que teníamos clientes comunes. Alberto fue durante unos años compañero de despacho profesional. Después, su dedicación a la política de forma total le llevó a dejar el ejercicio de la abogacía, en el que hubiera tenido un gran porvenir. Lamentablemente, se ha frustrado todo ese futuro por la actuación irracional de personas que son, precisamente, lo contrario que Alberto y Aseen. Lo contrario en sus ideas y en su forma de afrontar los problemas que afectan a la sociedad. Antonio Fontán Meana. ^