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Silvestre Revueltas (1899-1940) es  el compositor mexicano más importante de la primera mitad de este siglo. Han pasado cien años desde su nacimiento y cincuenta desde su muerte, y su música no es demasiado conocida, si exceptuamos su obra Sensemayá, que ha sido más popularizada. Por eso, una grabación dedicada íntegramente a este autor ofrece un enorme interés. El director finlandés Salonen, además, lleva a cabo un trabajo magnífico. Su  interpretación de esta música exuberante  y palpitante es, sin duda, una de sus mejores grabaciones de los últimos años.

De Revueltas se ha dicho que es, en alguna medida, el gran músico de la Revolución mexicana. Desde su posición de músico culto, participó muy activamente en el intenso ambiente de afirmación de la identidad cultural mexicana y en los cambios sociales y políticos de la historia de este país durante las primeras décadas de este siglo. Es un eslabón decisivo en la historia musical de México.

Estudió violín y composición en Estados Unidos, y durante algún tiempo dirigió una orquesta en San Antonio (Texas), que él mismo había fundado. Hacia 1929, su compatriota, el compositor y director Carlos Chávez, le animó a volver a México. Ambos, en estrecha colaboración, emprendieron la tarea de transformar y modernizar la vida  musical mexicana. Como director de orquesta y al mismo tiempo profesor del conservatorio de la capital, empezó a renovar el repertorio, dando a conocer la música del momento. Ello le supuso un enfrentamiento muy duro con el público y la crítica, acostumbrado al perpetuo romanticismo de tradición europea.

Sus ideas prosocialistas y un gran idealismo le movieron a organizar conciertos para niños y para las clases obreras, y a ofrecer a los jóvenes creadores una oportunidad para dar a conocer su música. Las actividades de Revueltas chocaron pronto con la línea más oficialista de Chávez, lo que supuso una ruptura entre los dos. Revueltas afirmaba su personalidad como compositor y, en lugar de limitarse a un nacionalismo costumbrista y de dato literal, su lenguaje se dirigió, más en la línea de Stravinsky, a trascender el folklorismo y ahondar más en él, utilizando los recursos más avanzados de las corrientes musicales más modernas.

Revueltas murió joven, antes de cumplir los 41 años, minado por el alcoholismo, en una situación de desarraigo y soledad.

Su música posee un gran atractivo por su viveza rítmica, a veces trepidante; por su vinculación a la música autóctona, que siempre se mantiene como un telón de fondo en sus obras, y por una fina ironía que llega a veces al sarcasmo. Además del poema sinfónico Sensemayá o Canto para matar una culebra (1938), inspirado en Nicolás Guillén, figuran en este disco algunas de sus obras más destacadas: Ventanas (1933), Dos pequeñas piezas serias (1938) y La noche de los mayas (1939), que es una suite de música para la película del mismo título.

El Homenaje a García Lorea fue compuesto en 1936, tras conocer la muerte del poeta. Al año siguiente viajó a España para apoyar la II República, como representante de la Liga de Escritores y Artistas revolucionarios, donde la obra fue presentada y recibida con gran éxito. Durante la Guerra Civil española, permaneció en nuestro país y ofreció bastantes conciertos.

Silvestre Revueltas merece ocupar un lugar destacado en la historia de la música de este siglo. Esta grabación, magníficamente realizada, contribuirá a difundir su obra.

Profesora de música y periodista