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Desde su creación en 1946, el Cuarteto Juilliard se ha ganado uno de los primeros puestos entre las más importantes agrupaciones de cámara de este siglo. Fue creado en el seno de la Juilliard School de Nueva York y desde 1962 es el Cuarteto de la Biblioteca del Congreso en Washington, un honor que comporta el privilegio de tocar la colección de Stradivari que allí se conserva.

El Juilliard ha cambiado a lo largo de estos cincuenta años cuatro veces de segundo violín y ha tenido tres violonchelistas y dos violistas distintos, pero ha conservado desde el principio al primer violín: Robert Mann. A él se debe indudablemente la continuidad del grupo y su forma de interpretar la música.

La personalísima manera de ver las partituras más clásicas ha chocado en muchas ocasiones con los criterios más tradicionales. En este sentido, Robert Mann ha declarado: «La buena música cambia en cada época aunque las notas no se hayan movido de la página… Ha de ser siempre una nueva experiencia».

Para algunos críticos, el Cuarteto Juilliard tiene planteamientos revolucionarios y, en un sentido constructivo del término, así ocurre con algunas partituras. Siempre parten de cero y analizan en profundidad las obras que van a tocar. Eso les lleva a interpretaciones alejadas de lo convencional y a menudo muy radicales.

Cuando en 1947, pocos meses después de su debut neoyorquino, el Cuarteto Juilliard presentó como premiere la colección de los seis Cuartetos para cuerda de Béla Bartók, quedó marcado el inicio de su carrera interpretativa bajo el signo de la innovación y el interés por la música de este siglo. La música norteamericana ocupa un lugar preferente en el repertorio del cuarteto, que ha estrenado un gran número de obras de autores como Eliott Cárter o Samuel Barber, contribuyendo de este modo a su difusión.

El Cuarteto Juilliard ha interpretado a menudo ciclos completos. Su grabación de la integral de Cuartetos de Beethoven y de Schonberg, así como la integral de Cuartetos de Bartók le valieron galardones como el premio Grammy y el de la National Academy of Recording Arts and Sciences en 1986.

Con motivo de su cincuentenario, SONY Classical ha editado una colección conmemorativa en seis volúmenes, que recorre la historia musical del conjunto. Las grabaciones pertenecen a distintas épocas y presentan un abanico de estilos muy diversos, desde la música de J. S. Bach hasta la de nuestro siglo.

El quinto volumen se titula Grandes colaboraciones y resulta ser uno de los más interesantes porque ofrece obras bastante infrecuentes y alejadas del ámbito del cuarteto para cuerda. En esta ocasión, participan con el Juilliard una serie de invitados ilustres. El barítono Dietrich Fischer-Dieskau es el solista de Dover Beach de Samuel Barber, una obra breve pero llena de dulzura. Muy interesante es la participación al piano del propio Aaron Copland junto al gran clarinetista Harold Wright en su Sexteto para clarinete, piano y cuarteto de cuerda. Copland intervino en la creación del Cuarteto Juilliard que, al igual que otros tantos compositores americanos de este siglo, favoreció la promoción de sus obras.

Fruto del interés que para los miembros del Juilliard ha tenido siempre la música de este siglo son las frecuentes interpretaciones de obras de Schonberg quien, al parecer, se sorprendía agradablemente de cómo abordaban su música. No podía faltar en esta selección, por tanto, una obra de este compositor. Se incluye la juvenil Noche Transfigurada, en la que participan también dos grandes figuras: el violista Walter Trampler y el violonchelista Yo-Yo Ma. Inspirada en un poema romántico, la música logra una intensidad de tintes trágicos a través de un ambiente de gran expresividad post-romántica.

Leonard Bernstein toca con el Juilliard el Quinteto con piano Op. 44 de Schumann, la primera obra escrita para esta formación. Otros dos grandes pianistas aparecen también en esta antología. El checo Rudolf Firkusny, que recrea el precioso Quinteto con piano en La Mayor Op.81 de su compatriota Dvorak con gran pasión y conocimiento, y el extraordinario Jorge Bolet. Éste toca el Quinteto con piano en Fa menor de Cesar Franck, obra que si bien ocupa el último lugar en esta grabación, nos brinda, sin embargo, un brillante colofón a tan extenso programa.

Es imposible que las grabaciones realizadas en fechas tan distantes puedan ser mejorables en cuanto a su calidad sonora, pero conservan la espontaneidad e inmediatez de los registros de la época. El carácter tan variado de intérpretes y músicas, que responde a un objetivo de muestrario antológico, sirve para conocer la historia del Cuarteto Juilliard y, además, como un bello programa con el que disfrutar al escucharlo.

Profesora de música y periodista