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Humanismo romano apareció en las librerías poco tiempo después de haber sido cerrado el diario Madrid, por vía gubernativa. La compilación de ensayos y estudios sobre los humanistas clásicos, medievales y modernos que en él presentaba Fontán, parecería alejado de lo que habían sido hasta entonces sus intereses políticos. Pero no era así, como acertó a expresar el profesor Miguel Dolç en la reseña que publicaba en el diario ABC sobre este libro: «Con hondo y matizado conocimiento de los hechos culturales, Antonio Fontán se ha referido al «clasicismo abierto» como impulso activo para fomentar, en la imitación de los modelos, la misma originalidad de los ingenios, como huida de los tópicos, como capacidad de considerar la materia prima de la obra artística o las fuentes de la creación intelectual, en su función de punto de partida. ¿Un eterno retorno entonces a las mismas raíces de nuestra esencia histórica? ¿Un periódico e inevitable redescubrímiento de la belleza forjada por la sensibilidad de los antiguos? No sólo eso […] Porque el Humanismo romano de Fontán es un camino, no una meta. O, desde otro punto de vista, una incitación a fortalecer, con el constante redescubrímiento del pasado, nuestra propia experiencia. No se olvide, y no lo olviden los pastores de los pueblos que, como afirmaba Cicerón, «ignorar lo ocurrido antes de nacer uno es condenarse a ser siempre niño»».

La amplia diversidad de temas expuestos en el congreso en Alcañiz:, organizado en homenaje a Antonio Fontán, ha quedado ahora ordenada en cinco volúmenes que recogen las actas de las intervenciones. El primero de ellos se abre con una sección liminar, en la que, después de un prólogo y de la dedicatoria en latín, encontramos un enjundioso trabajó de Carmen Castillo trazando la «Semblanza de don Antonio Fontán como latinista»; y a continuación, la magnífica ponencia de A. F, sobre «La España de los humanistas». Acabada la sección liminar, comienza propiamente el volumen primero, que se intitula El humanismo y los humanistas. En sus tres epígrafes posteriores quedan compilados los trabajos dedicados a las figuras de Juan Lorenzo Palmireno, Benito Arias Montano y Antonio Agustín y la Epigrafía y Arqueología.

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El segundo volumen está dedicado al estudio de las artes literarias clásicas en el Renacimiento. En sus cuatro epígrafes se han recogido los trabajos dedicados a Instituto tie Estudios Gramática, Retórica, Poética, Métrica y Prosodia y a Humanist icos Filología y Lexicología.

Al frente del tercer volumen se ha colocado el título general de Literatura Latina. En él han quedado aglutinados los trabajos dedicados a Poesía, Teatro, Episrolografía, Historiografía, Emblemática, Iconografía y Paremiología.

El cuarto volumen se dedica al estudio de la pervivencía del mundo clásico. En sus cuatro epígrafes se recogen los trabajos de Traducción, Mitología, Poesía y Prosa vernáculas.

Por último, el quinto volumen está dedicado, fundamentalmente, al estudio de la sociedad del Renacimiento. Sus cinco epígrafes son Sociedad y literatura, Filosofía y religión, Enseñanza, Medicina, Amor y concepto de mujer.

Al término del último volumen aparecen las dos versiones del llamado «Man i tiesto de Alcañiz» en defensa de las lenguas clásicas: la aprobada por los trescientos participantes del Congreso en la sesión de clausura el 13 de mayo de 2000; y la remitida un año después, con el aval de más de ochocientas firmas, a SS MM los Reyes, al presidente del Gobierno, a la ministra de Educación y Ciencia y a otras autoridades ministeriales.

Catedrático de Filología Latina