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El interés por la figura de Francisco de Goya en la cultura actual de Occidente podrían acreditarlo creadores como Carlos Saura, Michael Nyman o el recientemente fallecido John Berger. Para lo estrictamente nacional, sin duda, el nombre de los premios que desde 1987 concede la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España es síntoma fehaciente de una pervivencia a escala popular que resulta un punto final bien perceptivo del volumen que ahora se presenta. La monografía del profesor Leonardo Romero Tobar parte de la explicación de cómo el pintor se convierte en un tema literario de largo e intenso recorrido, a saber, su obra y su vida vienen a resumir la ambivalencia compleja de la modernidad.

El libro, fruto de una investigación cuyo origen se remonta a 1997, cuenta con una exhaustiva documentación, pero está redactado de un modo ágil, con la finura propia de un maestro de filólogos de trayectoria dilatada, con menciones constantes de lecturas muy diversas que la sabiduría de su autor coordina con claridad y brillantez. Goya en las literaturas culmina dos facetas relevantes de la vida profesional de Romero: su estudio de las relaciones entre la literatura y las otras artes, por un lado, y la literatura comparada, por otro. Porque hay que subrayar que el título es preciso, la obra recorre las modulaciones de Goya como tema en una pluralidad de lenguas: la española, desde luego y de forma destacada, mas también la francesa, la inglesa, la alemana, la italiana, etc. En suma, literatura comparada de ley.

Goya en las literaturasTras la explicación acerca de cómo el pintor se convierte en tema literario, el volumen se organiza en seis capítulos más de este modo: dos sobre textos poéticos, otros tantos sobre narrativa, uno que versa sobre el teatro, incluido el teatro musical, y el último acerca de Goya y el séptimo arte, si bien el autor no se ocupa de las películas propiamente dichas, sino sobre los guiones y con cierta mayor brevedad que en los apartados previos. Culminan la obra, además de la bibliografía citada, dos índices: onomástico y de textos literarios y guiones, pero sobre todo la relación cronológica de las referencias literarias sobre las que se basa el estudio, que superan en mucho las trescientas.

Ubicado en una época de transición entre el Antiguo Régimen y la Edad Contemporánea, Francisco de Goya es prototipo de artista moderno y símbolo de un tiempo de cambios, pero es que en él se aúnan una trayectoria de vida marcada por su fuerte personalidad y el valor estético, rompedor y anticipatorio de su obra. No en vano Baudelaire lo incluye en su poema programático «Les Phares». Pero el Goya en la poesía del siglo XIX más que nada es un héroe del panteón nacionalista que tiene prolongación en la centuria siguiente y hasta el exilio republicano a través de su identificación con España. Ahora bien, los cataclismos sucesivos de la guerra civil y la segunda guerra mundial forman el fondo de un panorama poético especialmente sensible para la visión poética del personaje, lo que unido al efecto difusor que la industria editorial ha prestado a las reproducciones impresas de sus obras y al auge de los estudios académicos y de la crítica de arte han provocado el arraigo definitivo de la visión más humana y comprometida del personaje, como pueden corroborar poetas como Rafael Alberti o Ildefonso-Manuel Gil.

El interés de los coetáneos por Goya crea una tradición oral sobre su personalidad y vida, tradición aderezada con hechos biográficos inverosímiles y aventuras novelescas. La narrativa decimonónica subraya esta faceta del individuo, apasionado del toreo y de las explosiones de júbilo popular. Los hitos en la construcción del tema, en este caso, pasarían por Galdós, Emilia Pardo Bazán, para proseguir, ya en el novecientos, con Vicente Blasco Ibáñez, Sender o Hemingway. La segunda mitad del siglo XX se aleja del arquetipo previo a partir del enfoque en los asuntos siniestros representados por el pintor y de los experimentalismos literarios. Así se abre camino la versión de un personaje de mente abierta y luchador por las libertades con un momento clave en la obra de Lion Feuchtwanger, quien presenta a un Goya víctima de la represión inquisitorial y de las presiones sociales de las que depende su trabajo. Los últimos años han dado lugar a relatos que buscan una comprensión más compleja del universo personal del autor, como demuestra por ejemplo la novela Gémeos (2004) del portugués Mário Cláudio.

Cada género se centra más en un aspecto del personaje: la poesía, en la generación de imágenes asociadas a las pinturas; la narrativa, en tramas sobre la conflictividad social o personal; y el teatro, en los combates más íntimos, ya procedentes de sus conflictos amorosos, ya los que surgen de su trabajo creativo. Así surgen los dramas de Alberti, María Teresa León o Antonio Buero Vallejo. Las tablas recientes atienden con especial énfasis al sincronismo artístico, a la biografía del autor (entrecruzado de recuerdos y flashbacks entre el pasado y el presente) y al tratamiento de la figura del doble a partir de la visión especular de Francisco de Goya en otro personaje y también consigo mismo. La dramatización experimental de Berger y Nella Bielski Goya’s last portrait. The painter played today (1989, trad. esp. 1996) valdría como muestra de estas incitaciones, resueltas por el lado del cine con creadores como Luis Buñuel, Concha Zardoya o Carlos Saura. Como los más grandes críticos provocan, el ensayo de Romero Tobar conduce a una multiplicidad de sugerencias de lectura que tienen el añadido excepcional, en este caso, de estimular la contemplación una vez más de las imágenes creadas por el autor de Perro semihundido o El aquelarre, pero al cabo, y con un pie en el estribo, la esperanza y el color de La lechera de Burdeos (1827).

Doctor en Filología Hispánica. Universidad de Zaragoza