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Los coptos constituyen la mayor minoría cristiana de Oriente Próximo. En realidad, muchos no se consideran una minoría. La mayor parte de ellos son cristianos ortodoxos y pertenecen a la Iglesia Ortodoxa Copta, aunque hay también unos pocos coptos católicos y evangélicos. A pesar de que no existen estadísticas oficiales, representan aproximadamente el 10 por ciento de los 80 millones de habitantes de Egipto, el país árabe más poblado.

A su número hay que añadir su antigüedad y tradición. Desde hace siglos viven entremezclados con los musulmanes en todo el país. En palabras del escritor y premio Nobel egipcio Naguib Mahfuz, los coptos preservaron el espíritu del Antiguo Egipto con lo que la era Coptaha sido el nexo de unión entre su Historia Antigua y la Moderna. Enefecto, la palabra ‘coptos’ proviene de ‘Aegyptos’, que significa literalmente Egipto, en donde según la tradición, la primitiva Iglesiacopta fue fundada por el mismo apóstol San Marcos que llevó la predicación de la fe cristiana en el siglo I d.C.

En el marco de una convivencia milenaria en general pacífica, en las últimas décadas se han producido periódicos enfrentamientos entre coptos y musulmanes. El último episodio ha tenido lugar a principios de  septiembre cuando miles de devotos del Islam protestaron en El Cairo acusando a la jerarquía copta de secuestrar a la esposa de un predicador cristiano que, según ellos, se había convertido voluntariamente a la fe islámica. Antes de esto, el último suceso violento ocurrió la Nochebuena de la Navidad Copta, el 7 de enero, cuando jóvenes musulmanes dispararon y dieron muerte a seis cristianos tras acudir a una misa.

Las causas de esta violencia recurrente bien pudieran obedecer a la decisión del anterior presidente Anuar Sadat de presentar una enmienda a la Constitución para redefinir Egipto como un Estado oficialmente musulmán. Durante el régimen de su antecesor Gamal Abdel Naser, la religión no había sido tan importante en la sociedad como lo fue con Sadat porque, es probable que, después de la muerte del sueño panarabista de Naser, la política egipcia tornara sus ojos al Islam. Se ha afirmado, incluso, que tanto cristianos como musulmanes buscaron el refugio de la religión tras la humillante derrota de Egipto en la Guerra de los Seis Días frente a Israel, en 1967.

Los coptos se sienten discriminados. Perciben cierta hostilidad en la sociedad egipcia. Sienten que la policía no les protege y que el paro les afecta en mayor medida que a los musulmanes. No pueden construir sus iglesias en igualdad con las mezquitas y se dificultan los permisos para mantener los templos existentes. Se quejan de la creciente islamización de la educación en las escuelas, donde el pasado cristiano en la historia de Egipto ha sido deliberadamente obviado.

Además los coptos sufren la marginalización en el elefantiásico sector público egipcio, lo que les hace sentirse como ‘ciudadanos de segunda’. Y si bien ocupan cargos en los diferentes niveles políticos, nombres como el de Butros Butros-Ghali (ex ministro de AAEE de Egipto y posterior Secretario General de la ONU) o su hijo Yusuf Butros-Ghali (actual ministro de Finanzas) no pasan de ser sonoras excepciones. En las fuerzas de seguridad del Estado su presencia es minoritaria en extremo.

En el sector privado – donde tienen plena libertad de acción – son particularmente exitosos con sus empresas generando un cuarto de la riqueza de Egipto. Por esta razón, los coptos no pueden recluirse en sus iglesias y conformarse con cuotas. La respuesta a su aislamiento solo puede ser la de mezclarse con los musulmanes volviendo a estar presentes en todos los estratos económicos y ocupacionales, así como su plena participación en la vida pública.

Al igual que sucede con la comunidad musulmana, tampoco los coptos son una entidad socio-política cerrada y homogénea. Lo que ocurre es que en el país se ha venido evidenciando una progresiva radicalización religiosa patente en ambas comunidades. Esta tendencia es tanto más peligrosa cuanto que viene acompañada de una gran ignorancia recíproca.  Los prejuicios incrementan la mutua desconfianza. Una desconfianza que en el caso copto es además alimentada por las críticas provenientes de la poderosa diáspora extranjera consideradas como una injerencia externa. Esto fue lo que en parte ocurrió con la Segunda Conferencia InternacionalCopta, convocada en Washington en 2005 al tiempo que se celebraban en Egipto las elecciones parlamentarias. En 2008 se consiguió que la Tercera Conferenciatuviera lugar en El Cairo con el título de “Conferencia para la activación de la ciudadanía en Egipto”.

 Shenuda III, el jefe espiritual copto

El 117° Papa de Alejandría y Patriarca de la sede de San Marcos inició su largo papado el 14 de noviembre de 1971. Su avanzada edad lleva a plantearse preguntas relativas a su sucesión.

Su Santidad Shenuda III ha presidido la expansión mundial de la Iglesia Copta Ortodoxa, ordenando los primeros obispos de la historia para las diócesis norteamericanas, a los primeros obispos del continente australiano y la primera Iglesia Coptaen Sudamérica. También consintió la creación del Patriarcado de Eritrea en 1993, ordenando a sus Patriarcas. Es conocida su lucha para la unidad del Cristianismo y, desde los años 70, ha defendido el diálogo interconfesional entre las distintas facciones cristianas.

A finales de la presidencia de Sadat, las tensiones se intensificaron, culminando con un decreto presidencial ordenando el confinamiento del Papa Shenuda III en un monasterio. En 1985 el actual presidente Hosni Mubarak revocó el decreto iniciando una etapa marcada por una buena relación personal entre ambos y un gradual acercamiento entre las dos comunidades – con constantes retrocesos, como muestran los problemas que se repiten y no acaban de resolverse-.

En las elecciones presidenciales de 2005, el Papa Shenuda pidió el voto para el presidente Mubarak, en el poder desde 1981. La valoración de esta actitud fue distinta dentro y fuera de Egipto. Hubo quien vio en ella una simple muestra de pleitesía, mientras otros consideraron que, frente a la creciente islamización de la sociedad e inseguridad, buscaba la protección del pragmático y antifundamentalista Mubarak.

Es de celebrar la buena sintonía entre ambos pero la convivencia entre las comunidades no puede depender ni mucho menos únicamente del afecto entre sus líderes. El entendimiento entre sus sucesores – Mubarak tiene 82 años y Shenuda III es cinco años mayor que él – será básico pero más importante aun es la creación de un marco legal de convivencia efectivo y aceptado por todos.

El régimen autocrático de Mubarak

Tras el asesinato de Sadat en 1981 se decretó el estado de emergencia. Al amparo de esta situación de emergencia vigente todavía, las fuerzas de seguridad han practicado la persecución metódica de sospechosos de pertenecer a grupos terroristas, abundando en las detenciones arbitrarias y el procesamiento de civiles por tribunales de excepción militares. Esta situación ha permitido al régimen limitar los derechos civiles, la libertad de culto, la libertad de información y prensa y el juego político interno.

En sus casi treinta años en el poder, Mubarak – carente del carisma de sus antecesores en el cargo – se convirtió sin embargo en un factor de estabilidad para Occidente en el polvorín de Oriente Próximo. Y con medidas enérgicas, aunque de más que dudosa legalidad democrática, ha combatido el poder en ascenso del islamismo y, en particular, los Hermanos Musulmanes.

La organización de los Hermanos Musulmanes se fundó en 1928 y tras su ilegalización en 1954 y la fuerte represión sufrida en los años de Naser, se escindió dando lugar a algunos grupúsculos radicales que derivaron más tarde en células terroristas cuyos atentados han venido golpeando Egipto regularmente. Sin embargo, no parece que la solución sea – como hasta ahora – ilegalizar la organización como tal. En las últimas elecciones legislativas de 2005 fueron la segunda fuerza más votada, lo que consiguieron presentando sus candidatos como independientes.

Ahmed Nazif, Primer Ministro, encabeza el ejecutivo. El partido gubernamental, el Partido Democrático Nacional (NDP, por sus siglas en inglés) fue creado por Sadat. Ha introducido necesarias reformas económicas, pero creando a su vez una gran elite corrupta. Las medidas liberalizadoras – que no han venido acompañadas de las correspondientes reformas políticas – tampoco se han mostrado suficientes para reducir los altos índices de pobreza, que según la ONU afectan al 40 por ciento de los egipcios.

Sería deseable que a estas próximas elecciones legislativas de noviembre-diciembre los Hermanos Musulmanes pudieran presentarse como tal organización. Constituyen la principal fuerza de oposición en el Parlamento y en la calle. Si tienen tanto respaldo es precisamente porque se ha cerrado el espacio político a la oposición y no existen válvulas de escape para canalizar el descontento. El Islam cumple – además de la religiosa – una muy importante función social y asistencial y debe poder participar en las elecciones sin restricción si muestra su postura inequívoca en cuestiones básicas de convivencia democrática (la alternancia del poder en democracia, los derechos de la mujer, los derechos fundamentales y la libertad religiosa para todos…).

De igual manera, los coptos han de poder participar de forma plena en el proceso político y tener garantizado un total acceso a las instituciones, el sector público y el mercado de trabajo.

 El peligro de un vacío de poder

Las próximas elecciones presidenciales tendrán lugar en septiembre de 2011. Las pasadas de 2005 apenas se diferenciaron de otras anteriores. Gracias a una tímida reforma constitucional, un mínimo pluralismo sustituyó la posibilidad de votar simplemente no respecto a un único postulante. Y el movimiento de los Hermanos Musulmanes, con una amplia base popular, no pudo participar.

Safuat al Sharif, secretario general del NDP, ha afirmado que Mubarak es es el único candidato de la formación para los comicios presidenciales del 2011. Mubarak fue operado en marzo en Alemania. Todo apunta a que está muy enfermo aunque en los medios egipcios se prohibe hablar del tema. La constitución egipcia no regula el cargo de la vicepresidencia, una cuestión que podría resultar decisiva en los próximos meses. Una situación de vacío de poder en un país del peso demográfico y geoestratégico de Egipto puede tener nefastas consecuencias.

Entre los candidatos a suceder a Mubarak contaría con mayores posibilidades su hijo menor Gamal Mubarak. Un tecnócrata, vicesecretario general del NDP, no parece desear suceder a su padre y preferiría que éste volviera a presentarse lo que no es ya muy probable. De carácter débil no tiene como los presidentes anteriores una carrera militar. Le apoya, no obstante, el sector empresarial del partido y la plataforma “Coalición Egipcia de Apoyo a Gamal Mubarak”, que tiene libertad para recabar firmas, abrir oficinas e imprimir y pegar carteles pese a no estar todavía legalizada como organización.

No goza, en cambio, del beneplácito presidencial Omar Suleimán, jefe de los servicios secretos, favorito del ala militar del partido y gran amigo y aliado de Mubarak, si bien éste prefiere dejar la presidencia en herencia a su hijo. Es lo que indica la decisión del régimen de silenciar la campaña de apoyo a Suleimán prohibiendo a los medios de comunicación que le mencionen. Además sus 74 años lo situarían como un candidato transitorio.

De momento, el tercero en discordia es el ex director de la Agencia Internacional de Energía Atómica y Nobel de la Paz, Mohamed el-Baradei. Para salir de la dicotomía autoritarismo-fundamentalismo, la suya puede ser una alternativa creíble. Y aunque hasta ahora el-Baradei ni confirma ni desmiente su candidatura, su campaña despierta expectativas de cambio.    El posible candidato pronostica que el año que viene habrá un cambio en la Jefatura del Estado y ha pedido a los electores que no voten en las elecciones legislativas próximas porque van a ser manipuladas – un boicot que deslegitimaría al régimen. Ha subrayado que la desobediencia civil es la última medida a la que se debe recurrir si las autoridades continúan ignorando a quienes exigen reformas y ha instado a sus simpatizantes a reunir entre dos y tres millones de firmas para finales de este año.

Para presionar al Gobierno, el-Baradei propone que se firme una petición que incluye siete demandas para exigir unas elecciones libres y justas y los cambios constitucionales necesarios para que cualquiera que esté cualificado pueda concurrir a las presidenciales, sin las actuales cortapisas a los independientes. Y, desde luego, que se derogue la Ley de Emergencia cuyas leyes de excepción se están usando desde hace tres décadas para reprimir la disidencia.

La mayoría de los representantes de la dispersa oposición egipcia quisieron sumarse a lo que se ha llamado ‘Asociación Nacional por el Cambio’. Para cambiar el modelo de gobierno unipersonal por uno basado en las instituciones, el-Baradei se ha mostrado abierto al diálogo con todos: los Hermanos Musulmanes, los coptos, socialistas… Pero la oposición sigue dividida. Los Hermanos Musulmanes – el principal grupo opositor – y el partido Wafd – liberal y nacionalista – han dicho que participarán en las legislativas.

La Red, campo principal de la lucha política en Egipto

Internet se ha convertido en uno de los pocos escenarios públicos donde la oposición y las voces a favor del gobierno pueden discutir abiertamente. La irrupción de el-Baradei es sintomática de la revolución en las tecnologías de la información en lo referente a la organización de la oposición y la reacción ante la violación de los derechos humanos. Los egipcios, a pesar del miedo, han abandonado la apatía y han comenzado a protestar ante los recientes excesos de las fuerzas de seguridad que, como revela en sus informes Amnistía Internacional, emplean la tortura de forma sistemática.

Se estima que 3.4 millones de egipcios están en Facebook, según Spot-On, una empresa de relaciones públicas, lo que convierte Egipto en el número uno del mundo árabe y número 23 a nivel global. Casi dos millones de usuarios egipcios de Facebookson menores de 25 años. La muerte del joven empresario egipcio Khaled Said en junio pasado, presuntamente víctima de brutalidad policial, y las imágenes posteriores en YouTube causaron una ola de protestas sin precedentes.

Internet no es una panacea, pero ha conectado a los egipcios y ha amplificado su voz. Y ha dado a la juventud del mundo árabe – una cuarta parte de la población egipcia tiene una edad comprendida entre los 18 y los 29 años – una plataforma desde la que puede hacer oir su protesta. En la Red las fuerzas de la oposición pueden conseguir los niveles de apoyo que nunca podrían tener en la calle.

Tras décadas de un control absoluto y omnímodo de las instituciones y los medios de comunicación por parte del régimen, Internet ha sido el canal que ha facilitado la movilización de los simpatizantes de el-Baradei. Su grupo de seguidores en Facebook cuenta con casi 250.000 miembros y es un instrumento crucial en las diversas movilizaciones de protesta emprendidas contra injusticias y excesos de todo tipo.

Hasta ahora el-Baradei ha conseguido reunir cientos de miles de firmas para su petición en los centros urbanos a través de Facebook yTwitter. Miles de jóvenes voluntarios llevan el mensaje por las zonas rurales donde impera el analfabetismo (30 %) y la miseria.

No está claro si esta oposición en la Red puede, a su vez, desafiar a un aparato de seguridad bien establecido. Pero lo cierto es que ha obligado también a los partidarios del gobierno a utilizar el escenario de Internet: creadores anónimos presentan una web que contiene imágenes de la hija de el-Baradei, Laila, en eventos donde sirve bebidas alcohólicas y vistiendo un bikini en una playa. El objetivo parece desacreditar la campaña de su padre a favor de un cambio político y una posible candidatura a la presidencia en un país con mayoría musulmana.

Los Hermanos Musulmanes respaldan la candidatura de el-Baradei “para el cambio” y el establecimiento pacífico de un estado islámico. En un artículo en Internet, manifestaron que la democracia era ‘más importante que el bikini de Laila el-Baradei’.

Como otra muestra de nerviosismo se puede interpretar el fotomontaje realizado por el periódico oficialista Al-Ahram, el más influyente en lengua árabe de Oriente Próximo, tanto en su edición digital como en la impresa. En el fotomontaje, y con ocasión de las conversaciones de paz entre israelíes y palestinos en la Casa Blanca, se ve a Mubarak abriendo camino sobre una alfombra roja seguido de los demás líderes. En la imagen auténtica, era el presidente de EE.UU., Barak Obama, el que encabezaba la comitiva. La manipulación fue detectada por el bloguero egipcio Wael Jalil y en seguida ha desatado en la blogosfera opositora numerosas parodias.

Ejemplo para el mundo árabe y África.

La política de Occidente hacia el mundo árabe ha sido un completo fracaso. La estabilidad se consigue con gobiernos elegidos. Hay que apoyar la democracia. Si se sustentan las dictaduras pueden obtenerse resultados a corto plazo, pero acaban generando más pobreza y extremismo.

Quizá los egipcios están empezando a perder el miedo y si es así se debe a que están viendo la relación entre la situación política y la falta de desarrollo económico y social. Hay muchas más opciones entre la simple disyuntiva autoritarismo o terrorismo. Ahora es necesaria la voluntad de actuar juntos y en libertad. Si se consigue, Egipto se convertirá en ejemplo a seguir para todo el mundo árabe así como para el continente africano.

La solución de la ‘cuestión copta’ y la legalización de los Hermanos Musulmanes, esencial para una verdadera unidad, pasa por un reconocimiento pleno y una garantía efectiva del principio de libertad religiosa. Más allá de esto, el debate ha de trascender el ámbito de la comunidad religiosa y servir para el fortalecimiento de la noción de ciudadano y de las libertades democráticas del pueblo egipcio en su totalidad.

Politólogo y jurista