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El cine documental está en auge. Se aprecia por la constante demanda de nuevos profesionales y la emisión de filmes de no ficción en las cadenas de televisión, así como por las películas documentales que se asoman a las salas cinematográficas. El profesor José M. Caparros Lera, director del Centre d´nvestigacions Film-Història, ha preparado un breve informe sobre el estado de la cuestión y que coincide con la aparición de un libro: NO-DO. El Tiempo y la Memoria (Madrid: Cátedra, 2000) y el estreno de un documental de reconstitución histórica: Extranjeros de sí mismos Posé Luis López-Linares y Javier Rioyo, 2001), que se reseñan a continuación.


Después del esplendor alcanzado por el género durante el periodo de entreguerras -muchas salas proyectaban noticiarios y documentales, que tenían gran aceptación por parte del público-, o del testimonio histórico ofrecido por tales filmes en las diversas conflagraciones mundiales y nacionales, el documental ha vuelto a ocupar hoy un lugar preeminente en el Séptimo Arte.


Además, el continuo incremento de las distintas cadenas de televisión -que necesitan llenar sus horas de programación- y el fenómeno del vídeo digital, han puesto de moda unas películas que, desde siempre, habían retratado buena parte de la historia de la Humanidad.


Cuando los hermanos Lumiére inventaron el cinématograph, los primeros filmes que realizaron fueron documentales. ¿Quién no ha visto La salida de los obreros de la fábrica Lumiére (Louis Lumière, 1895)? También lo serían las primeras películas españolas: La salida de los obreros de La España Industrial (Fructuós Gelabert, 1897) y La salida de Misa de Doce del Pilar de Zaragoza (Eduardo Gimeno, 1898).


Y así, todos los cineastas primigenios: desde la Escuela de Brighton -iniciadora del lenguaje fílmico- hasta los grandes creadores del género. Robert Flaherty, Dziga Vertov, Alberto Cavalcanti, Walter Ruttmann, John Gierson, Paul Strand…, pasando por Joris Ivens y el Free Cinema británico, numerosos maestros -desde John Ford a Frank Capra, o Jean Renoir y Luis Buñuel- han cultivado el cine documental.


Pero ¿qué es un documental?


La definición del concepto noticiario (newsreel, en la terminología inglesa), que algunos incluyen dentro del denominado documental, nos permite aproximarnos a una definición: documental es aquel filme que no es de ficción, es decir, que ha sido realizado sin actores, y con el ánimo de mostrar un hecho real en imágenes. Bien es cierto que hay que desmitificar un poco el aspecto de «cineverdad» -el célebre cinéma-verité-, una versión maximalista del documentarismo que en numerosas ocasiones se ha aceptado erróneamente como una definición absoluta del documental. Por eso, entre el cine de no ficción (non-fiction film, en la terminología inglesa), podemos diferenciar muy claramente aquellas películas que, si bien sus imágenes pueden constituir un documento de primera mano, no poseen una estructura fílmico-narrativa compleja. Suelen ser filmaciones breves y sencillas, y casi nunca se efectúa en estas cintas una laboriosa labor de montaje.


De aquí que, bajo la denominación de noticiario, se puedan incluir las imágenes que, para un informativo televisivo, se toman de una manifestación política, o las del encuentro entre destacadas personalidades internacionales, hasta viajes de gran trascendencia, un atentado, una batalla, etc. Son noticias periodísticas; pero, en ocasiones, dada su importancia, pueden constituirse en un valioso documento histórico. Normalmente, lo serán más las filmaciones realizadas hace muchos años, y que muestran una serie de objetos, edificaciones, paisajes o actitudes que actualmente han desaparecido.


Así, cabría dividir los noticiarios en dos clases: a) Actualidades, los «rollos de noticias» (newsreels) de actualidad, que muchas veces forman una parte de una serie concreta (Pathé News, Paramount, Fox, Gaumont… o el famoso NO-DO español), que se editan con una periodicidad fija (habitualmente uno o dos números semanales) y b) reportajes de información, tal como podemos ver por las numerosas cadenas televisivas (que se incluyen en los telediarios o telenoticias), debidamente montados, que habitualmente se integran en los noticiarios o, más adelante, en los documentales. Un ejemplo es el famoso «Informe Semanal», de TVE.


Esta sería, pues, la «materia prima» cinematográfica, aparentemente la más próxima a la realidad histórica.


Por otra parte, los llamados documentales (documentary film, en su terminología anglosajona), cabe dividirlos en otros dos grupos: 1) Filmes didácticos, películas preparadas para la enseñanza (series dedicadas a materias como las Ciencias Naturales, Geografía, Biología, Historia, etc.) y; 2) Filmes de montaje, filmaciones de la realidad -no actualidades ni reportajes-, utilizando el material ya rodado, que se combinan con entrevistas y el punto de vista del realizador. Estas películas de no ficción se conocen también como de «reconstitución histórica».


Pero cabe especificar mejor ambos tipos de documentales con los siguientes ejemplos.


Los documentales que tienen una finalidad eminentemente didáctica son aquellos realizados por profesionales -en este caso, por historiadores y/o pedagogos- y qué están pensados para ser exhibidos en centros docentes; aunque, lógicamente, éste no es el único marco en que pueden proyectarse, ni los alumnos sólo sus destinatarios.


Estos filmes pueden recoger imágenes de archivo -de diversos noticiarios y reportajes, especialmente- e incluso otro tipo de imágenes -normalmente fotografías de objetos o de obras de arte-; pero también filmaciones elaboradas por el propio equipo de realización, siempre que sea posible y si el relato lo requiere. Documentales que parten, pues, de la idea de «ilustrar» un aspecto del programa o de la temática general del curso, en el caso más habitual de tener una audiencia escolar. O de «poner imágenes» a un capítulo concreto de la Historia, si no está producido según otro planteamiento. Los filmes realizados por Marc Ferro constituyen el mejor ejemplo de este tipo de documentales -14 cortos producidos por Pathé Cinéma y tres largometrajes no comerciales-, aunque también hay que señalar que es en Gran Bretaña donde existen más realizaciones histórico-didácticas.


Por otra parte, bajo la denominación de filmes de montaje cabe incluir aquellas películas de no ficción que nacen con la pretensión de mostrar un suceso real sin recurrir a la ficción interpretativa; es decir, sin utilizar actores que representen e interpreten a los personajes reales o históricos.


La ficción interpretativa, por tanto, es el aspecto que más claramente permite distinguir la ficcionalidad o no de una película, y la no existencia previa de un guión en los reportajes y noticiarios de actualidad (aunque haya una selección y montaje posterior); pues los documentales sí poseen un guión, una planificación cinematográfica anterior. Con todo, la famosa serie norteamericana The March of Time (1937-1943), a la hora de presentar los temas de actualidad, combinaba el estilo documental con una interpretación de personajes reales por parte de actores famosos.


Estos filmes toman elementos de la realidad, bien directamente o de segunda mano (utilizando materiales ya existentes, como comentamos más arriba), o bien combinando ambas posibilidades, para ofrecer una visión en teoría más realista de un acontecimiento concreto; aunque, eso sí, utilizando en la mayoría de los casos los códigos narrativos de los filmes de ficción. Pues, como ya antes se apuntó, este tipo de cine no siempre recoge con más fidelidad los acontecimientos reales que las películas argumentales o de ficción (fiction o feature film, en la terminología inglesa).


Generalmente, esta clase de cine de no ficción es denominada documental de «reconstitución histórica», que se diferencian del resto de documentales. El montaje -como todos sabemos- es una operación cinematográfica que se realiza en todas las películas, pero que en este caso adquiere una mayor relevancia, dado que en muchas de estas películas se incluyen imágenes de antiguos noticiarios.


Con todo, en los filmes de montaje o de «reconstitución histórica» todavía podemos diferenciar tres tipos de películas. Dependiendo de si los materiales que se utilizan son o no de primera mano, variará la estructura del documental. Me explicaré brevemente, con cinco ejemplos de documentales conocidos.


Existen determinadas películas en las que el realizador y el equipo técnico captan directamente de la realidad las imágenes que luego utilizarán en el montaje. Esta clase de filmes es la única que no recurre al doble proceso de montaje antes aludido.


Resulta muy clarificador aquí el documental de Luis Buñuel Tierra sin pan (1933), rodado en la región extremeña de Las Hurdes, y en el que se muestra la pobreza de las gentes y de esa tierra. Por otro lado, tenemos aquel filme que está realizado a partir de otros materiales, que fueron rodados por un equipo distinto al que realiza la película. La labor de este segundo equipo técnico es seleccionar y luego montar las imágenes de otros filmes.


Los documentales de Basilio Martín Patino, Canciones para después de una guerra (1971) y Retablo de la Guerra Civil española (1980), pueden servir perfectamente para clarificar tales películas. En el primer filme de reconstitución histórica, Patino seleccionó y unió fragmentos de noticiarios y de películas argumentales de la posguerra española, añadiendo a su vez una música y las canciones características de ese período. Y en el segundo caso, combinó noticiarios y documentales de los años treinta en España, junto a imágenes de diarios de la época y el sonido original de las películas -algunas de ficción, aunque de apariencia documental-, a fin de ofrecer una panorámica testimonial del periodo.


Finalmente, en este tipo de filmes podemos hallar aquellos que combinan el montaje de imágenes antiguas con el material de rodajes realizados a posteriori por el equipo de filmación de la película.


En esta última subclasificación -tal vez la más numerosa, cinematográficamente hablando- valga citar el famoso filme de Alan Resnais, Nuit et Bruillard (1956), en el que el realizador contrapone las imágenes de un campo de concentración nazi -captadas durante la Segunda Guerra Mundial- con otras de esos mismos lugares unos años después; y también la película de Gonzalo Herralde; Raza, el espíritu de Franco (1977), en la que el realizador contrapone las imágenes de la célebre autobiografía del general, Raza (1941-1950), llevada a la pantalla por José Luis Sáenz de Heredia -primo hermano de José Antonio Primo de Rivera-, con entrevistas a su protagonista, Alfredo Mayo -el llamado «galán del Régimen»-, y a la hermana de Franco, Pilar.


Un aspecto crucial de los documentary films es que el punto de vista del realizador -al revés de lo que ocurre habitualmente con los reportajes de actualidad y los noticiarios- se impone, en buena medida, sobre la realidad de los materiales que se ofrecen, del tipo de filme de montaje de que se trate. El cine documental -insisto- que no es más objetivo que el de ficción, pues la memoria histórica -que puede ofrecer lapsus, voluntarios o no- y la manipulación cinematográfica de cada autor son obvios. El mismo Marc Ferro me confesó personalmente en la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París que, cuando él montaba los documentales didácticos antes referidos, escogía aquellas imágenes que refrendaban su visión apriorística de la Historia. No obstante, el género documental está interesando sobremanera a los jóvenes, no solo como meros espectadores, sino como posible salida profesional. El cine de no ficción -ya sean noticiarios o documentales- es una ventana abierta al mundo; es más, constituye un vehículo de comunicación social.


Así, el éxito de diversos documentales españoles, que en los últimos meses han saltado a las pantallas comerciales, confirman el auge de este tipo de cine. Me refiero a títulos tan bien acogidos como La espalda del mundo (2000) y Asesinato en febrero (2001), ambos producidos por Elías Querejeta, o los tres del tándem López Linares-Rioyo (Asaltar los cielos:, A propósito de Buñuel y Extranjeros de sí mismos), por no citar más.


De ahí que las televisiones demanden documentales históricos, y los numerosos licenciados en las carreras de Historia Contemporánea y Comunicación Audiovisual puedan optar a este nuevo campo de dedicación profesional.


Ahora sólo queda que la demanda -unida al fenómeno de Internet, que amplía enormemente el campo de acción y las posibilidades de difusión- se transforme en una realidad normalizada.


NOTA


1 Vid. el catálogo Films for Historians, editado por el British University Film & Video Council, Londres, 1980.






50 DOCUMENTALES CLAVE EN LA HISTORIA DEL CINE


1922 – Nanook of the North (Robert J. Flaherty; EE UU)
1926 – Rien che les heures (Alberto Cavalcanti; Francia)
1927 – Berlin: die Sinfonie einer Grosstadt/ Berlin: sinfonía de una gran ciudad (Walter Rurrmann; Alemania)
1927 – Padeniye dinasti Romanovikh / La caída de la dinastía Romanov (Ester Shub; URSS)
1928 – De Brug / El puente (Joris Ivens; Holanda)
1929 – Drifters (John Grierson; Reino Unido)
1929 – Finis Terrae (Jean Epstein, Francia)
1929 – Chelobek s kinoapparatom / El hombre de la cámara (Dziga Vertov; URSS)
1930 – À propos de Nice (Jean Vigo; Francia)
1933 – Tierra sin pan (Luis Buñuel; España)
1934 – Man of Aran / Hombres de Aran (Robert J. Flaherty; EE UU)
1934 – Triumph des Willem / El triunfo de la voluntad (Leni Riefénstahl; Alemania)
1936 – Night Mail (Harry Watt y Basil Wright; Reino Unido)
1936 – The Plow that Broke the Plains (Pare Lorena; EE ULl)
1937 – The Spanish Earth (Joris Ivens; EE UU)
1938 – Olympia / Olympia, los dioses del estadio (Leni Riefenstahl; Alemania)
1939 – Ispania / España (Ester Shuh; URSS)
1939 – The City (Ralph Steiner y Willard Van Dyke; EE UU)
1940 – The Power and the Land (Joris lvens; EE UU)
1943 – December 7th (John Ford y Gregg Toland; EE UU)
1943 – Bitbaza nashu Sovetskuyu Ukrainu / La batalla por nuestra Ukrania soviética (Alexander Dovhenko; URSS)
1943 – The Battle of Britain (Frank Kapra y Anthony Veiller, EE UU)
1945 – Let There be Light (John Houston; EE UU)
1953 – The Conquest of Everest (George Lowe; Reino Unido)
1955 – Nuit et brouillard (Alain Resnais; Francia)
1955 – Rio, quarenta graus (Nelson Pereira dos Santos; Brasil)
1956 – Le mystére Picasso (H.G. Clouzot; Francia)
1958 – India (Roberto Rossellini; Italia)
1963 – Le Joli Mai (Chris Marker; Francia)
1963 – Mourir à Madrid {Frederic Rossif; Francia)
1964 – Frtmco, escj hombre (Jose Lnuis Sáenz de Heredia; España
1964 – Le monde sans soleil (Jacques-Yves Cousteau; Francia)
1967 – 79 primaveras (Santiago Álvarez; Cuba)
1967 – Monterey Pop (D. A. Pennebaker; EE UU)
1967 – Grenada, Grenada moia / Granada, mi Granada (Roman Karmen; URSS)
1967 – Rush to Judgment (Emile de Antonio; EE UU)
1971 – Canciones para después de una guerra (Basilio Martín Patino; España)
1971 – Le chagrin et la pitié (Marcel Ophüls; Francia)
1972 – Chung Kuo (Michelangelo Antonioni, Italia)
1975 – La batalla de Chile (Patricia Guzmán; Venezuela)
1977 – La vieja memoria (Jaime Camino; España)
1985 – Las madres de la Plaza de Mayo (Susana Muñoz y Lourdes Portillo; Argentina)
1992 – Baraka (Mark Magidson; EE UU)
1995 – Paris was a Woman (Greta Schiller; Reino Unido)
1996 – Asaltar los cielos (José Luis Lope:Lina res y Javier Rioyo; España)
1996 – When We were Kings (Leon Gast y David Sonenberg; EE UU)
2000 – Scottsboro: an American Tragedy (Daniel Anker y Barak Goodman; EE UU)
2000 – La espalda del mundo (Javier Corcuera; España)
2000 – Extranjeros de sí mismos {José Luis López-Linares y Javier Rioyo; España)
2001 – Asesinato en febrero (Eterio Ortega; España)







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Catedrático de Historia Contemporánea y Cine. Universidad de Barcelona