Tiempo de lectura: 8 min.

 

El título de la conferencia nos impele a analizar cuál es la política económica del Gobierno de España, surgido tras las elecciones de noviembre del 2011, para hacer frente a la crisis económica.

En primer lugar, conviene examinar si es verdad que todavía hay ciclos económicos o si se puede superar la visión de los ciclos: ¿Va a haber siempre años de vacas gordas y años de vacas flacas? Algún economista manifestó que había elementos que permitían pensar en el fin de los ciclos en la economía. En el entorno de 2006-2007 algunos creyeron esta teoría y pensaban: «Ya se han acabado los ciclos económicos».

¿Es eso verdad? En mi opinión, la respuesta es que no. Los fundamentos de la economía marcan funcionamientos cíclicos. Va a haber épocas de alza y épocas de descenso.

Los mecanismos monetarios fundamentan un desarrollo económico con ciclos.

Antonio Erias manifestaba que él había estudiado mucho el funcionamiento de la moneda. Sus estudios demuestran que los mecanismos monetarios producen que en el momento del alza económica se genere una burbuja y en el momento de la baja un pinchazo de la misma. Creo que académicamente no tiene ningún fundamento hablar de la desaparición de los ciclos.

Lo que sí es verdad es que los ciclos pueden tener un comportamiento en la fase ascendente o descendente con mayor o menor intensidad, dependiendo de que la respuesta sea más o menos intensa o más o menos acertada.

No hay una respuesta única a los ciclos económicos. Hay dos tipos de respuesta a los ciclos económicos, una por el lado de la oferta y otra actuando sobre la demanda. Hay «un blanco y un negro» y, luego, «un conjunto de grises».

Hay políticas fundamentalmente de oferta y otras políticas que inciden especialmente sobre la demanda. Hay una respuesta a las situaciones económicas con políticas de oferta, de cualificación de la oferta y otras políticas de demanda, incrementando el gasto público como elemento dinamizador de la economía. Y esos dos extremos, con toda la gama de grises intermedia, configuran las respuestas no solo a las crisis económicas, sino a todos los ciclos económicos, tanto ascendentes como descendentes.

En España, el gran fallo de respuesta a la crisis, que se intensificó como en ningún otro país europeo, no se fraguó solo tras el estallido de la misma, sino que se debió fundamentalmente a que previamente, entre 2004 y 2007, el gobierno de Zapatero instauró una máxima que era: «conmigo más y mejor».

Zapatero decía que el PP lo había hecho mal, pero «conmigo más y mejor». Para ello, en una fase ascendente del ciclo le metieron «más gasolina al fuego», e hincharon la burbuja hasta niveles extraordinarios y luego, cuando ya empezaba la fase descendente, creyeron que, como el ciclo descendente iba a ser muy corto, con políticas de gasto público se podrían tapar los efectos y los ciudadanos no se enterarían de la crisis. Por eso, se siguieron haciendo políticas de fortísimo estímulo sin reformas estructurales desde 2007 a 2010. 2010 fue el momento de quiebra porque la crisis se hizo demasiado larga y las finanzas públicas ya no aguantaban.

Ni siquiera respetaron lo que mantienen algunos economistas keynesianos ortodoxos, de que cuando estás en una época ascendente del ciclo tienes que introducir elementos para ir dejando que la burbuja no se vaya acelerando demasiado y cuando tienes una fase descendente puedes introducir elementos de estímulo monetario.

El PP en esta legislatura se encontró con una situación de profundísima crisis económica y con una situación de las finanzas públicas en quiebra.

Desde el primer momento el Gobierno entendió que la mejor respuesta a esa situación era ofrecer políticas de oferta: de cualificación de nuestra capacidad con políticas de reformas estructurales y con estabilidad en las cuentas públicas. Se dio una respuesta fundamentada en unas ideas de políticas de oferta ante una situación de profundísima crisis económica, que se alargaba en el tiempo porque ha sido una crisis muy larga y en uve doble.

Desde el primer momento de esta legislatura se generó un ambiente de confianza y, en economía, la confianza funciona como elemento esencial. La economía, como en otros muchos aspectos de la vida donde interviene lo social, la confianza es esencial. Las personas tienen como elemento esencial en su toma de decisión garantizar la seguridad en el futuro. Las decisiones de ahorro o consumo están ligadas a las expectativas y a la confianza en el futuro.

Cuando las personas perciben inseguridad, lo que hacen es restringir los gastos. Cuando un inversor piensa en un futuro incierto, toma decisiones más conservadoras. La confianza es esencial porque las personas buscan garantizar su futuro en todos los campos de la vida, pero en el económico, que se ha impuesto ahora como uno de los ejes centrales del comportamiento humano, más aún. La confianza, que siempre ha sido un elemento esencial en la economía, hoy lo es muchísimo más. Desde el Partido Popular, lo que se hizo fue generar confianza desde el primer momento porque las políticas de oferta son percibidas mucho mejor que las que se basan en el gasto público.

En 2012, más allá del contenido de las reformas, de si había que subir un poco el IRPF o cambiar iva por cotizaciones sociales e ir a un comportamiento de mayores ingresos a través de la imposición indirecta, más allá de si la reforma laboral se podría hacer con mayor o menor profundidad, más allá de que la reforma financiera se pudiera hacer con los tres decretos leyes de forma progresiva, o habría que haberla abordado en una sola vez… Más allá de todas las reformas, todo el conjunto de la política económica que se inició, generó un clima de confianza. El Gobierno se comprometió con las reformas y con la estabilidad y «fue creído».

Los logros de esta legislatura han tenido que ver con un comportamiento exterior favorable y con una respuesta adecuada en España. La decisión europea de apostar decididamente por la irreversibilidad del euro, unido a un precio del petróleo favorable y a la apertura de la liquidez por parte del Banco Central Europeo, han sido factores exógenos muy positivos, que unidos a la política económica de reformas y consolidación fiscal han permitido superar la crisis, crecer más que el resto de países europeos y empezar a crear empleo.

En esta legislatura se ha aprovechado que el ciclo estaba cambiando para responder con políticas de oferta que mejoraran la situación. Igual que nos fue muy mal en la respuesta que dimos a la fase descendente, ahora estamos dando una mejor respuesta en el inicio de la fase ascendente del ciclo.

¿Va a ir bien la economía en los próximos años? Pregunta importante. Creo que entramos en una fase buena del ciclo económico que va a durar un tiempo. No estamos hablando de un ciclo de seis meses. Trascenderá al día de las elecciones.

En mi opinión, salvo que en España se produzca una situación inconveniente el 20 de diciembre, viviremos una fase ascendente del ciclo económico. En economía el futuro no está escrito y las decisiones influyen. Si se siguen haciendo bien las tareas económicas, los próximos cuatro o cinco años van a ser años buenos en lo económico. Lo que hemos hecho en esta legislatura no es solo dar una respuesta adecuada a la crisis, sino poner bases para aprovechar muy bien la fase ascendente del ciclo económico.

Si no se modifican las reglas ortodoxas de la economía, España crecerá y creará empleo durante los próximos años. Los últimos años han sentado las bases de una economía sana que se trasladará a los ciudadanos en forma de empleo, oportunidades y garantías del Estado del bienestar. ¿Qué cambiaría si de un gobierno comprometido con la consolidación fiscal y con las reformas se pasara a un gobierno que le «eche más gasolina al fuego»? No creo que eso cambie la situación económica en el 2016, pero empeoraría la situación a medio plazo. Más políticas de demanda en la situación actual nos llevaría a la aceleración de una burbuja que haría peligrar nuestra situación a medio plazo.

Las elecciones solo podrían llevarnos al desastre si se produce una quiebra total de la confianza, que es lo que ha pasado con Tsipras y Grecia.

La política económica desarrollada por los gobiernos de Zapatero de «echar gasolina al fuego», llevó el déficit exterior de España al 10%. Eso, si se vuelve a repetir en una economía muy endeble como la nuestra, tendríamos muchos problemas a medio plazo.

Europa garantiza la estabilidad, porque los países que compartimos moneda única tenemos la obligación de cumplir unas reglas de ortodoxia económica que permiten, al menos, garantizar una cierta estabilidad. Las políticas económicas aplicadas en el ámbito de competencia de los países miembros permiten mejorar la tendencia del ciclo. En España nos están haciendo crecer más rápido que el resto de países europeos.

El euro constituye un elemento de estabilidad para los países. Su irreversibilidad nos garantiza un futuro mejor, pero exige políticas económicas coordinadas. Efectivamente, con el euro hay una pérdida de soberanía. Cuando se oye hablar a algunos políticos de países europeos, que tienen el euro como moneda, de la recuperación de la soberanía, están engañando a los ciudadanos. La política monetaria ha dejado de ser un instrumento de los Estados.

Los países para dar respuesta a los ciclos tienen solo dos instrumentos: reformas y política presupuestaria, que además está restringida por los compromisos de consolidación fiscal.

Por eso, España para salir de la crisis y recuperar competitividad, lo que ha tenido que hacer es una devaluación real con reformas y consolidación fiscal. Si hubiéramos tenido la peseta, el camino habría sido devaluación, con una pérdida absoluta de los niveles de renta de los ciudadanos. Con el euro, la capacidad de recuperar competitividad es más rápida, pero exige lo que ha hecho el Gobierno de Rajoy planes de reforma y un calendario de reducción del déficit.

En el futuro, habrá Estados que, dentro de márgenes, tengan mejores y peores comportamientos y, por tanto, que mejoren su posición en las fases del ciclo, tanto ascendente como descendente, cuando se realizan reformas económicas y se comprometen más con las políticas de control del déficit.

El futuro va a ser mejor, pero las elecciones generales pueden mejorar o empeorar las expectativas.

En esta legislatura, en mi opinión, se han hecho reformas basadas en un principio ideológico: las políticas de oferta. Creemos que se mejora la economía desde las políticas de oferta. Hayek escribe sobre el poder creador de la civilización libre. Él mantiene que una civilización libre genera una capacidad y una potencialidad de creación enorme. En el fondo, las políticas de oferta tratan de conceder la iniciativa al poder creador de la libertad y más que de la libertad como concepto abstracto, de la libertad de cada una de las personas, del poder creador de cada una de las personas. Creo que desde una posición de políticas de oferta, de creer profundísimamente en el poder creador de personas que actúan con libertad, con iniciativa, se han planteado las reformas por parte del Gobierno del Partido Popular.

Esta legislatura (2011-2015) se ha trabajado mucho y bien para responder con éxito a la crisis.

Se ha transformado el desempleo en creación de empleo, se ha consolidado el Estado del bienestar y se han invertido sustancialmente las expectativas y los niveles de confianza.

La reforma financiera consolidó el sistema financiero español. Fue fundamental para que nuestros bancos tuvieran mayor fortaleza y comenzaran a dar créditos. Se ha hecho una reforma laboral que ha permitido tener un mercado de trabajo más flexible, que genera más oportunidades y ofrece más empleos y de mayor calidad. Se ha abordado una reforma de la Administración Pública que simplifica enormemente la administración y facilita los trámites a ciudadanos y empresas. Se ha podido hacer una reforma tributaria que baja los impuestos a todos los ciudadanos y se ha mejorado la independencia y el funcionamiento de los órganos reguladores.

Junto a estas reformas se ha trabajado muy sólidamente en la consolidación del gasto público y se ha intentado avanzar en la eficiencia del dinero público. La austeridad no está reñida con la eficacia ni con la garantía de la prestación de los servicios públicos. Todo el esfuerzo presupuestario no ha tenido ninguna incidencia en los servicios públicos básicos.

Creo que hay todavía muchas acciones que se pueden y se deben hacer, pero el balance en mi opinión es positivo y vamos a unos años buenos del ciclo económico que hay que intentar que nos aporten un diferencial de crecimiento de la media europea. Además, deben servirnos para prepararnos para que, cuando lleguen las «vacas flacas», nuestra caída no sea tan brutal como la que sufrimos entre 2008 y 2011.