Tiempo de lectura: 4 min.

Luis Goytisolo (Barcelona, 1935) es novelista, ensayista y miembro de la Real Academia. Su tetralogía Antagonía (reeditada en 2013 y publicada entre 1973 y 1981) le consagró como uno de los mejores novelistas del siglo XX en España. Ahora continúa su trayectoria ensayista —cuya última muestra fue Naturaleza de la novela (2013)— con El sueño de San Luis (2015) donde relaciona algunos rasgos de su narrativa con su biografía.

Este estudio-ensayo se dirige a aquellos interesados en la trayectoria narrativa de Luis Goytisolo, pues el mismo expone la razón de la elección de ciertos motivos recurrentes en su obra. Por esta minuciosidad es un estudio dedicado fundamentalmente al ámbito académico. La explicación onírica de ciertos motivos de sus novelas quizá pueda resultar poco convincente para los incrédulos de las secuelas de la teoría freudiana —cuyos planteamientos revalorizan el inconsciente y asocian la creación literaria a una sublimación de los instintos sexuales—.

El ensayo está dividido en cuatro partes de las que daré cuenta, señalando los temas más relevantes de cada una. En la primera parte, «Relectura con sorpresa» (3-12), el autor narra que El sueño de San Luis surgió a raíz de la reedición de su primera novela, Las afueras; al releerla para prologarla, se dio cuenta de que su subconsciente se había manifestado en ella cuando la compuso. Por esta razón, en este ensayo-estudio decide sacar a la luz los rasgos relativos de su biografía que se plasman inconscientemente en sus novelas y que, sin su ayuda, serían irreconocibles al lector. Aislando estos elementos, por ejemplo, señala el recuerdo de su madre, Julia, que murió en un bombardeo durante la guerra civil cuando él contaba tan solo tres años; su nombre —en género masculino— le ha servido para apelar a alguno de sus personajes (como al hijo del protagonista del capítulo IV de Las afueras). Y también el tema de «la muerte de la madre» resurge en sus novelas (como es el caso de la de Raúl Ferrer Gaminde, el protagonista de Antagonía). Asimismo, en esta parte el autor nos comunica la actualidad de Las afueras y cuáles fueron sus influencias: «Yo la había escrito de acuerdo con las estrictas normas del “realismo objetivo”, teorizado por Gertrude Stein y desarrollado por novelistas como Hemingway o Pavese» (4).

La segunda parte, «Ascendencia incierta» (13-21), muestra cómo el tema de los hijos concebidos fuera de la institución matrimonial, que ronda algunas de sus novelas (a partir de Estatua con palomas), proviene de una historia familiar según la cual su bisabuelo tomó el apellido de su verdadero padre, Agustín Goytisolo, tan solo en el momento en que recibió el sacramento de la confirmación, ya que no fue reconocido por este antes. Igualmente, Magdalena, la madre de su bisabuelo Agustín, mujer de carácter que se relacionaba con sus amantes sin romper el matrimonio, impresionó al autor tanto que su nombre reaparece en sus personajes.

En la tercera parte, «Al despertar del solsticio» (22-33), el autor da cuenta de un sueño en el que siempre ocurre lo mismo; él descubre un solar con un edificio lleno de en-canto que debe reconstruir. Esta ensoñación la relaciona con los edificios familiares adquiridos con el patrimonio que su abuelo Agustín consiguió amasar en Cuba. Un sueño similar a modo de metáfora aparecerá en Antagonía.

En la cuarta parte, «Impulsos afines» (34-43), el autor señala la estrecha relación entre creatividad e impulso sexual y se confiesa admirador de Freud por su perfecto análisis de estos aspectos en el Hamlet de Shakespeare (38). Igualmente considera que el aislamiento favorece la creación literaria; lo argumenta con El Quijote (ideado en la cárcel) y con las creaciones de fray Luis de León, Lope de Vega o Quevedo. Por su parte, señala que también Antagonía la concibió en el retiro (la cárcel) (40). Concluye que todo escritor se reconstruye a sí mismo al construir su obra.

En la quinta parte, «Otras conjeturas» (43-51), reconoce su admiración por Joyce y la influencia en su propia escritura de los novelistas Proust, Hemingway y Faulkner. Aquí, de manera poco ordenada, singulariza los rasgos de estos autores que se encuentran en su narrativa; por ejemplo, la metáfora proustiana (40) o la frase larga de Faulkner —«la frase subordinada que se prolonga páginas y páginas creando un escenario con atmósfera propia» (49)—. Respecto a Hemingway, concluye que sus novelas en la actualidad no le convencen pero que no ocurre lo mismo con sus cuentos, «que sí aguantan» (46), —sin embargo no explica este cambio de opinión, ni qué significa «aguantar», expresión que reitera para indicar la lectura todavía interesante deLas afueras—.

Finalmente, el apartado «Adenda [añadido]» (52-58) incluye, primero, un «Pequeño diccionario personal de narrativa» en el que Goytisolo filtra algunos puntos de su taller literario; verbigracia, confiesa distinguir entre autor, voz narradora y protagonista (55), así como preparar con esmero la estructura de sus novelas. Aparte de pequeños detalles personales de técnica narrativa, el diccionario no aporta ningún conocimiento nuevo a los expertos en narratología. En segundo lugar, en el «Post scriptum», se incluye un breve apéndice fotográfico en el que aparece el autor de infante (con su servicio doméstico uniformado), su madre (Julia Gay), su bisabuelo (Agustín Goytisolo), él de joven junto a sus dos hermanos (José Agustín y Juan), una foto escolar (en la que él posa con su compañero y amigo el editor Jorge Herralde) y, entre otras, las de su tío Luis y Leopoldo.

En conclusión, este estudio-ensayo aporta más un conocimiento de la personalidad del autor que de su narrativa, pues presenta aspectos personales ajenos a la estructura de esta; estructura de cada novela trabajada con ahínco, como dice el autor, porque sus escenas, personajes, trama y lengua están programadas para que se relacionen y coordinen. Así pues, el intento de una crítica freudiana se antoja en estos tiempos trasnochada porque no aporta ningún factor relevante para el mejor entendimiento de la totalidad de su obra ni para cada una de sus narrativas en particular. Es decir, se muestran solo «curiosidades» tangenciales a estas.

Carmen Fragero Guerra

DOCTORA EN FILOLOGÍA HISPÁNICA Y LICENCIADA EN FILOLOGÍA INGLESA. UNIVERSIDAD DE CÓRDOBA