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Para Emilio Lamo de Espinosa, catedrático de Sociología y presidente del Real Instituto Elcano, “no hay alternativa a la economía de mercado”, y las pegas del economista Thomas Piketty sobre la desigualdad creciente que produce y el enriquecimiento financiero exponencial de los ya multimillonarios, son ciertas, pero el libro de Piketty se limita a un área concreta y a un arco de tiempo que no invalida las ventajas globales del capitalismo.

Ese juicio lo manifestó Emilio Lamo de Espinosa el pasado viernes, en la última jornada del seminario Después de 2015, ¿más o menos liberalismo? XXV años de Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (Santander).

La conferencia del presidente del Instituto Elcano versó sobre La globalización liberal, estado de la cuestión tras 2015. En primer lugar habló de la necesaria humildad que habían de tener los científicos, pues nadie fue capaz de prever la caída del comunismo, ni el 11-S, ni la Primavera Árabe. Pero después repasó la historia universal, desde finales del siglo XVIII hasta la actualidad, para intentar demostrar el triunfo de lo que Francis Fukuyama llamaba el fin de la historia.

Con gráficos y cifras en la mano, Lamo de Espinosa llegó a la conclusión de que no hay alternativa a un modelo de sociedad basada en las libertades, en la economía libre de mercado y en un Estado de derecho con democracia. La única pega en el horizonte, la “única incertidumbre” a este planteamiento, según Lamo de Espinosa, proviene de China, un Estado parecido al régimen de Franco en el sentido de que compatibiliza la economía de mercado con el autoritarismo.

Reflexionó sobre “democracia sin mercado” y sobre “ciencia sin democracia”, sobre la verdad que avanza entre “la contradicción y la disputa”, porque todo es discutible. Estábamos en la “sociedad de la transgresión”. Se quejó de que la libertad religiosa no era una realidad en la mayoría de los países musulmanes.

Habló de que solo “la democracia tiene legitimidad universal”, pero que la calidad de la democracia y la calidad de sus instituciones eran muy diversas según qué país. Insistió en que “no todas las culturas son igualmente valiosas”, en que la libertad si no se defiende se perderá, y en que el español, como lengua global, no compite con el inglés, que está a otro nivel, el máximo, sino con el francés y el portugués, que previsiblemente se expandirán por África de forma notable en los próximos años.

El marqués de Tamarón, ex embajador de España en Gran Bretaña, en su intervención, desarrolló que libertad y democracia no son sinónimos, que espera menos liberalismo pero más democracia tras 2015 y que, como decía Nelson, había que “preparase para lo peor y esperar lo mejor”. El marqués de Tamarón insistió en que sin Estado de derecho la democracia se puede convertir en populismo dictatorial.

Luis Pablo Tarín, diplomático, y Pablo Vázquez, presidente de Renfe, intervinieron a continuación, para ilustrar desde sus ámbitos del trabajo los retos de una democracia mal entendida y de los peligros del relativismo, de la incoherencia personal y la falta de principios para el Estado de derecho. Tarín lo hizo desde su perspectiva de diplomático en Estrasburgo. Vázquez, con ocasión de sus viajes a Arabia Saudí, donde Renfe ha firmado varios contratos. Se preguntó si era sostenible a largo plazo una universidad solo para mujeres en Arabia Saudí, o si era normal que las mismas saudíes que vestían con velo y tapadas hasta los tobillos en su país, al subirse al avión que se dirigía a Londres, cambiaran ese “look” por otro en el que la minifalda fuera la característica común. Vázquez insistió en la importancia del capital humano y de la capacitación profesional, lo cual creaba también inestabilidades sociales peligrosas: la de la gente en Occidente que no conseguía asentarse en un trabajo que les permitiera presentar la tarjeta de visita de su capital humano y capacitación profesional. Terminó con la importancia de los movimientos colaborativos, con repercusiones como la caída de propietarios de coches.

El seminario fue clausurado por Emilio del Río, presidente del Foro Fontán y diputado del PP en La Rioja. Del Río subrayó que “somos libres porque somos esclavos de la ley” y que necesitábamos más libertad si queríamos seguir avanzando.  Intervino también Miguel Ángel Garrido, editor de Nueva Revista, que criticó la plena inmersión de los políticos en la sociedad del espectáculo, en la que no contaban la verdad, las ideas y el contenido, sino el ponerse a bailar según el viento que se interpreta va a proporcionar más votos. Finalmente, César Nombela, rector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, agradeció a la UNIR que se hubiera elegido su sede para la celebración de un seminario que se basaba en los mismos principios por los que se regía su institución.

Director de «Nueva Revista», doctor en Periodismo (Universidad de Navarra) y licenciado en Ciencias Físicas (Universidad Complutense de Madrid). Ha sido corresponsal de «ABC» y director de Comunicación del Ministerio de Educación y Cultura.