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“Es importante recomponer un pacto social basado en el conocimiento. Y esta debe ser una estrategia de país, que solo puede lograrse a través de participación, ejemplaridad e instituciones justas” ha señalado  Ángel Gabilondo, expresidente de la Conferencia de Rectores (CRUE), en una nueva sesión del seminario Los futuros de la universidad, organizado por Nueva Revista, y dirigido por Rafael Puyol, presidente de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).

Catedrático de Metafísica, Gabilondo ha sido rector de la Universidad Autónoma de Madrid y ministro de Educación. Tras ser presentado por el rector de UNIR, José María Vázquez García-Peñuela, y por Rafael Puyol, el ponente dijo que no iba a “hacer un vaticinio sobre la universidad” sino a interrogarse sobre “la universidad que queremos” y cuáles son “las condiciones que debe reunir”. En este sentido, recordó que el “conocimiento es una relación entre saberes y personas,  es un acto de comunicación; y que sin innovación no hay conocimiento”. 

«La Universidad debe aspirar al liderazgo en innovación e impacto social»

El futuro de la universidad está “vinculado -añadió- a la pregunta sobre la estrategia”. Pero para llevarla a cabo hacen falta “unos recursos”. Y con ellos “un marco estable de financiación”. Esta debe ser  “suficiente, eficiente y equitativa”. Y reclamó para la universidad “capacidad de autogobierno, frente al intervencionismo y al dirigismo de cualquier instancia incluída la política”

Ángel Gabilondo habló de la necesidad de transformar la universidad. Esta debe ser “el espacio de la ejemplaridad”; “debe aspirar al liderazgo en innovación e impacto social»; y no “puede estar ajena a los grandes retos sociales y económicos (la lucha contra la pobreza, nuevas tecnologías, cambio climático etc.) atenta a las necesidades y no solo a las demandas”. La universidad se configura como “una comunidad de saberes y de personas que tienen un compromiso de transformar la sociedad”.

Tampoco debe olvidar que “la educación no es una  mera adquisición de conocimientos útiles” dijo citando a Nuccio Ordine, y que “hay saberes que tienen un papel fundamental en el cultivo del espíritu y en el desarrollo cultural de la humanidad”. En ese sentido, la universidad es “la casa de la palabra”.

Aludió a la decisiva función investigadora de la universidad: “Debe ser clave para el desarrollo social y económico y el motor de la innovación de un país”. 

«Soy partidario de una máxima flexibilidad y cierta autonomía en las formas de gobierno en la universidad”

Se refirió también a la gobernanza: «Soy partidario de una máxima flexibilidad y cierta autonomía en las formas de gobierno en la universidad”. Respecto a la toma de decisiones abogó por “una máxima participación y transparencia”; y por respetar “el sufragio universal en la elección de los cargos de responsabilidad». Aunque matizó que no considera el sufragio universal “como una panacea”: “lo que propongo es profundizar en la democracia”. De forma que si los estudiantes consideran que “su participación en una decisión no es suficiente, hacen bien en reivindicar mayores espacios y mayores porcentajes”. 

Sobre la carrera docente advirtió que “el modelo de profesorado sigue siendo una asignatura pendiente”. Y dedicó unas palabras a la autonomía, recordando que “es la última razón de ser de la universidad” como ha dicho el Tribunal Constitucional, y que los países con autonomía son los que tienen universidades con más prestigio, al vincular “autonomía con excelencia”. La European University Association apunta cuatro dimensiones de la autonomía: de organización, financiera, de personal y académica. 

Respecto “a la financiación por objetivos” matizó que puede “estar supeditada al poder político, si esta establece cuáles son los objetivos que uno debe tener para lograr la financiación”. Añadió que “no se puede marcar, homogeneizando en exceso los objetivos de una universidad. Es ella la que debe tener capacidad para marcarlos”. En este sentido, cree Gabilondo que “hay que legislar menos sobre la organización de las universidades”. 

“Hay que impregnar todas las actividades de la universidad de las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías”

El expresidente de la CRUE indicó que la universidad se encamina a un modelo presencial, virtual e híbrido, y que “lo mejor es combinar la presencialidad con formas virtuales”, ya que “el modelo online no es suficiente sin más”. Subrayó que para que haya universidad es imprescindible “conformar un campus, un espacio en el que se compartan conocimientos y convivencia”.

Considera Gabilondo que hay que “impregnar todas las actividades de la universidad de las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías, incluso en la forma de clases convencionales”. Y aludió, como ejemplo, al uso de gafas de realidad virtual en las clases de autonomía. Todo ello va más allá “de la informatización de los procedimientos, la conectividad de los campus o el uso las clases remotas”, lo cual es solo “una esquina de la digitalización”

PAPEL MEDULAR DE LAS HUMANIDADES

Finalmente reivindicó, como catedrático de Metafísica, el papel medular de las humanidades en la universidad, y concretamente de la filosofía, al proporcionar herramientas para “relacionar realidad, conceptos y lenguaje; situar a la persona en el centro y evitar el dogmatismo”. Razón por la que pide no solo que no desaparezcan las humanidades sino que se “humanicen” todas las carreras, y que “se den, como asuntos transversales, en todas las enseñanzas”.

El seminario Los futuros de la Universidad ha contado en anteriores sesiones, con las intervenciones de Juan Vázquez, exrector de la Universidad de Oviedo; Federico Gutiérrez-Solana, exrector de la Universidad de Cantabria; Adelaida de la Calle, exrectora de la Universidad de Málaga; y Roberto Fernández, exrector de la Universidad de Lleida.