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Héctor Ghiretti ha dedicado un esfuerzo sostenido a estudiar la naturaleza conceptual de las ideas de izquierda, fruto del cual ha resultado un respetable número de páginas en libros y revistas especializadas. En esta ocasión, nuestro autor se fija en las peculiaridades que estas ideas han adquirido en la reflexión de autores españoles, tanto apologistas como críticos.

El lector descubre o confirma en este libro la impresión de que, pese a la autoproclamación de la izquierda como opción racionalista y crítica, son llamativamente escasos los intentos de análisis conceptual que los pensadores de izquierda han hecho sobre lo que ellos mismos piensan. Al parecer basta con proclamarlo, sin que sean necesarias mayores precisiones. Esta constatación, y la prueba de que hay tantas izquierdas como personas que se proclamen izquierdistas, es uno de los dones que procura la lectura de este ensayo de Ghiretti.

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El primer capítulo expositivo lo dedica el autor a analizar la contraposición entre el supuesto racionalismo de la izquierda y el tradicionalismo mítico de la derecha, tal como aparece en boca de algunos intelectuales o en los escritos de la filósofa Esperanza Guisan y, sobre todo, del periodista José Antonio Gómez Marín, mostrándonos cómo se trata de una contraposición que tiene mucho más de retórica que de lugar ideal para la distinción con la derecha.

En un segundo capítulo, el más extenso del libro, se analiza detenidamente la posición de Gustavo Bueno que ha dedicado a esta cuestión una serie de escritos, mundanos pero bastante académicos, especialmente a partir de 1994. Las distintas posiciones que ha adoptado Bueno al respecto le parecen interesantes y significativas a Ghiretti aunque se distancia del tono laudatorio que el filósofo asturiano ha obtenido en ciertos medios de la derecha para apreciar en su obra, sobre todo, el mérito de haberse planteado seriamente cuestiones que los más dan por favorablemente resueltas.

Ghiretti estudia también las aportaciones del politólogo Víctor Pérez Díaz acerca de la contraposición entre izquierda y derecha y se detiene en la cuestión de la «crisis de identidad» de la izquierda en España a consecuencia del abandono del marxismo y del baño de poder político real que supuso el gobierno socialista en 1982, tal como es analizada por Mercedes Cabrera, Ramón Cotarelo, Ludolfo Paramio, Miguel Ángel Quintan illa y Ramón Vargas Machuca, en un libro colectivo de 1993.

Estas lecciones de la experiencia no sólo se tradujeron en la continua reideologización puesta en pie por los peritos del PSOE sino que, en un plano más académico que político, han dado lugar a una reflexión sobre la melancolía de la izquierda (Serra Gímenez y García Selgas) que le parece a Ghiretti uno de los planteamientos más sugestivos sobre la evolución reciente de estas cuestiones, o las ideas sobre la «tercera izquierda» de Mendiluce (que no han sido acogidas con entusiasmo entre la izquierda, digamos, de siempre).

Nuestro autor dedica un amplio espacio a analizar el pensamiento de Dalmacio Negro y a su caracterización de cierta derecha moderna como una izquierda envejecida: la derecha actual es una izquierda que se rebeló contra el orden establecido y que ha dado lugar a un orden nuevo al que ya no se opone y al que pretende atenerse. De esta manera se abre paso a la idea de Ghiretti de que la izquierda es menos una doctrina específica que una identidad política, un modo de comprender la política y de actuar en ella.

La izquierda puede por ello renunciar a su vocación revolucionaria sin que se altere grandemente su significado, porque es perfectamente capaz de sustituir la revolución violenta contra el orden establecido por una democratización radical de toda la sociedad (aunque sea, habría que añadir, al no pequeño precio de rendirse ante el capitalismo, eso sí, para tratar de controlarlo desde el Estado y/o desde el partido). La izquierda es en realidad una cosmovisión peculiar según la cual no hay un orden propio en la realidad, y el que hay debería ser depuesto. Sólo el desierto y la anarquía se liberarían en tal caso del beneficio de la acción política de la izquierda.

Ghiretti sostiene, pese a esa universalidad negativa de la izquierda, que existen variaciones nacionales en la forma de ser de izquierdas y compara brevemente el caso español con el francés y el italiano. La izquierda española es menos compleja y más militante que la francesa y más genérica que la italiana, que se define más en términos igualitarios.

El libro es de 2004 pero puede parecer ya antiguo si nos fijamos en el comienzo del último capítulo: Consolidado-el régimen institucional democrático, en marcha ya un proceso de desarrollo económico cada vez más pujante y habiendo encaminado una política exterior exitosa, no sólo en términos de aumento de la influencia internacional, sino también en capacidad de integración regional y mundial, las sombras espectrales que amenazaban hasta unas décadas a la nación española parecen remitir y desaparecer definitivamente». No obstante el optimismo del diagnóstico, que me temo ha sido desmentido por los hechos recientes, Ghiretti dedica el último capítulo de este libro a analizar la siempre sorprendente alianza de la izquierda con los nacionalismos fragmentarios. Su análisis es, en realidad una discusión de las ideas expuestas en el conocido libro de César Alonso de los Ríos sobre la izquierda y la nación. Dado el punto de vista de Ghiretti, su diagnóstico ha de ser muy distinto al de Alonso de los Ríos: la izquierda se suma al nacionalismo porque éste supone una objeción al orden dominante, mientras que la continuidad de España como nación soberana es la expresión suprema de ese orden. Desgraciadamente para nosotros es posible que Ghiretti tenga algo de razón y que esa sea una desdichada peculiaridad de la izquierda española, un problema del que carecen en otros pagos de mayor fortuna o seso.

Pese a tratarse de un estudio muy pormenorizado y riguroso, el libro se lee con la facilidad de un ensayo más general. En su favor hay que apuntar que las numerosas notas estén a disposición del lector a pie de página; en su contra, que los editores no hayan hecho el esfuerzo de dotarle de un índice onomástico que habría sido de gran utilidad para quienes se adentren en sus páginas.

Profesor Univ. Rey Juan Carlos.