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La publicación de esta novela por entregas, iniciada en enero de 1759, alcanzó desde el principio un extraordinario éxito popular y lanzó a su autor, Laurence Sterne, escritor prácticamente desconocido hasta ese momento, al primer plano de la narrativa de su época. Nacido en Irlanda cuando formaba parte del Reino Unido, en 1713, hijo de militar británico, después de cursar estudios universitarios en Cambridge, se ordenó como pastor de la Iglesia de Inglaterra en 1738. Contrajo un matrimonio, que no fue muy afortunado, en 1741. Instalado en Londres, llevó una vida disoluta que, debido a su adscripción  al estado clerical, causó cierto escándalo en la buena sociedad londinense a la que pertenecía. Su carácter rebelde le llevó a rechazar la hipocresía moral de las clases altas, como demostró en su principal obra de creación literaria que ahora se comenta. Hombre culto, liberal en sus costumbres y lector consumado, se declaraba admirador de célebres personalidades del pensamiento y las letras, como el escritor humanista francés Rabelais, el fundador de la novela moderna, Cervantes y el filósofo John Locke.

Sterne observaba con espíritu crítico y tono provocador los defectos que atribuía a la sociedad de la que formaba parte. En su ingeniosa novela, cuyo título completo fue Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy, utilizó a su personaje inventado como pretexto para hilvanar una profunda sátira, burlesca y a veces cruel, de sus conciudadanos. El curioso individuo Tristram, de extraño y pintoresco nombre, supuestamente se dispone a contar en primera persona su vida y milagros al lector en una suerte de relato autobiográfico. En su empeño no parece acompañarle la suerte. El autor lo presenta a propósito como desmañado y falto de recursos literarios que el improvisado narrador intenta compensar gracias al testimonio añadido de una serie de personajes que intervienen en la acción más para exponer sus propios criterios que en aportar nuevos datos a la biografía de Tristram. Su padre, Walter Shandry, la madre cuyo nombre no aparece, el tío Toby y su criado, el doctor Slot y el clérigo Yorick se convierten en las piezas del juego que el autor mueve con maestría para cumplir sus propósitos críticos. La trama lineal desaparece y los episodios descritos se trasponen en el tiempo sin respetar la cronología de unos hechos que se encadenan por asociación de ideas o similitud en las situaciones. Esa técnica descriptiva, que recuerda la literatura experimental de escritores recientes, da lugar a situaciones divertidas que acreditan al autor como un dominador de los recursos de humor, en ocasiones amargo y siempre certero. Como es natural, las continuas reflexiones filosóficas de los personajes difuminan hasta casi desaparecer los rasgos del carácter del protagonista, de modo que el hilo argumental se pierde intencionadamente sin que decaiga en ningún momento el interés del cuento. Como afirma el escritor y crítico Javier Marías, traductor de esta novela en edición de Alfaguara, Tristram «puede abrirse por cualquier página, con asombro y sonrisa siempre».

La obra de Sterne, entre la ironía, el humor y la picaresca, no fue publicada en España hasta el año 1975, circunstancia corregida en la actualidad gracias a cuidadas traducciones, algunas de las cuales vienen acompañadas de bien documentados estudios introductorios.

Abogado y Periodista