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Pasadas ya unas semanas de la celebración de las elecciones municipales y autonómicas, todavía hay muchas cuestiones en juego, más aún cuando estamos a menos de un año de las próximas elecciones generales y los terroristas han comunicado el regreso a su plena actividad criminal.

El Partido Popular ha obtenido más votos que el PSOE por primera vez (160.000) y es una realidad -hasta el momento- que el partido más votado en las municipales y autonómicas logra la victoria en las generales -no siempre suficiente para poder gobernar-. Lo que está claro es que mientras se puede decir que en unos lugares han ganado éstos y en otros aquéllos, no se puede afirmar que un partido haya ganado de manera global las elecciones.

La victoria de Madrid siempre solaza al triunfador. Es la base de una posible victoria futura, sobre todo si la diferencia de votos es abismal. Pero, cuando los gobiernos están a merced de los partidos minoritarios, en muchos casos nacionalistas o independentistas, la situación geopolítica española se traslada del centro a los extremos de nuestro mapa. Y en este caso, la traslación tiene lugar desde una Cataluña adormecida políticamente tras el festín del estatuto -están por ver todavía sus consecuencias en el tiempo- a una Navarra a la que la negociación de Zapatero con los terroristas ha puesto en el punto de mira. Los pactos que se andan urdiendo al cierre de este número de nuestra publicación no tienen visos de zanjarse de inmediato. Probablemente, su cumplimiento se hará por fases, de manera que, una vez más, la falta de información haga que pasen desapercibidos a los ciudadanos.

Una vez llevados a término los pactos correspondientes y queden constituidos los equipos de gobierno tanto de los ayuntamientos como de las comunidades autónomas, en Nueva Revista haremos un análisis de cómo ha quedado el panorama político español.