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Prokófiev
Conciertos para piano n os l y 3
Bartok
Concierto para piano nº 3


Marta Argerich · PIANO
Orquesta Sinfónica de Montreal
Charles Dutoit · DIRECTOR
EMI CLASSICS. 5 56654 2. DDD


La pianista argentina Marta Argerich suele aparecer ante el público después de prolongados periodos de silencio, y lo hace siempre de forma verdaderamente deslumbrante, descubriendo un nuevo repertorio, madurado y estudiado en profundidad. Este es el caso del disco que nos ocupa, que recoge nada menos que tres conciertos para piano y orquesta de entre los más destacados de este siglo.


pb1.jpgLa música de Sergéi Prokófiev (1891-1953) es una música hecha de contrastes, en la que pueden encontrarse los más diversos estilos, desde el más clásico hasta el más fantástico, pasando por los más puros ideales románticos e incluso acercándose también a la estética novedosa del siglo XX. Posee un estilo inconfundible y muy personal. No en vano uno de sus principales objetivos fue la búsqueda de esa originalidad que encontró en un lenguaje algo burlesco y mordaz. Su piano es trepidante, lleno de ritmo, a veces con sonoridades algo rudas, lo que en su momento le causó aceradas críticas. Si el Primer Concierto para piano le sirvió para recibir el Premio Rubinstein a la interpretación pianística en 1912, cualquiera de sus Conciertos, y muy especialmente el Tercero, sirven hoy de partitura a los jóvenes aspirantes a los galardones internacionales.


Durante la misma etapa convulsa de la primera mitad del siglo XX, el húngaro Béla Bartók (1881-1945), siguiendo un camino diferente y estrictamente personal, llevó a cabo una original obra musical. Gran pianista como Prokófiev, se despidió del mundo con su Tercer Concierto para piano, cuyos últimos compases dejó sin terminar. El piano fue el instrumento del que mejor se sirvió para poner en práctica su concepción estética. Aunque de muy distinto estilo compositivo, coincide sin embargo con Prokófiev en considerar el piano como un instrumento de percusión, y en arrancar del teclado una gran fuerza rítmica. Sin embargo, al mismo tiempo es capaz de plasmar una honda emoción lírica, como ocurre en esta última obra.


Saber aunar dos actitudes tan aparentemente dispares —como es el ritmo trepidante o los acentos percusivos y la sensibilidad romántica—, y llevarlas al papel pautado con igual maestría no es tarea fácil. No lo es menos encontrar a un intérprete que sepa transmitirlas con la misma brillantez. En Marta Argerich, la vehemencia y la interpretación exuberante y a veces explosiva se dan con tal facilidad, que parecen obras escritas expresamente para ella. Su grado de compenetración con esta música es total, lo que confiere a sus versiones una autenticidad inigualable.


MARÍA JOSÉ FONTÁN

Profesora de música y periodista