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La música de cámara o para pequeños conjuntos_ xige una gran compenetrac1on entre los intérpretes. Dos o tres solistas han de ceder parte de su protagonismo a los compañeros sin dejar de ser ellos mismos. Y al mismo tiempo han de sincronizar los matices, el ritmo, el tempo y la intención expresíva. A pesar de la dificultad aparente, todo es cuestión de ensayos y buenas relaciones. Si estos aspectos se tienen en cuenta, hacer música se convierte en algo extremadamente delicioso. Y es precisamente ese estado de ánimo el que transmite la grabación que comentamos.

La relación de Brahms con el clarinete se remonta a 1891, cuando traba amistad con el clarinetista Richard Mühlfeld. Este excelente intérprete le mostró todas las posibili dades  sonoras del  instrumento,  y Brahms, con toda rapidez compuso para él el Trío en La menor Op. 114, el Quinteto con clarinete y las dos Sonatas para piano y Clarinete. Si el de Brahms es obra de madurez, el Trío en Si  bemol Mayor Op. 11 de Beethoven corresponde a sus primeros años. De carácter contrapuntístico, culmina con gran alegría y brillantez en una serie de variaciones sobre Pria ch ‘io l’impegno, tema de una popular ópera de Joseph Weigl (1797).

El Trío en Mi bemol Mayor K.498 de Mozart, originalmente escrito para piano, clarinete y viola, admite su interpretación al violonchelo. Se conoce como «Kegelstatt», porque alude a una partida de canicas durante 1a cual el disipado Mozart compuso o ideó la música de esta obra.

Desde el romanticismo y la emoción de las largas líneas melódicas de Brahms, en un tono algo sombrío, hasta el más alegre estilo mozartiano pasando por la jovialidad del primer Beethoven, podemos disfrutar de un precioso camino sonoro a través de la estupenda ínterpretación de estos tres grandes amigos.

Profesora de música y periodista