Tiempo de lectura: 8 min.

Cabe preguntarse, desde la perspectiva del tiempo transcurrido, sobre la verdadera naturaleza de unos acontecimientos que fueron capaces de unir, de forma radical, los sentimientos de un pueblo que se mostró dispuesto a entregar la vida en defensa de sus instituciones, costumbres y valores religiosos, cuando los vieron amenazados por la fuerza de las armas de una potencia extraña.

Una primera reflexión nos llevaría a considerar el significado de algunos términos que fueron en aquella época de uso frecuente para definir las razones que llevaron a los españoles a declarar una guerra cruel y sanguinaria, en la que sólo jugaba a su favor la firme voluntad de vencer o morir frente a un enemigo que les superaba de forma aplastante en cuanto a capacidad militar y económica se refiere.

EL CONCEPTO DE NACIÓN EN 1808

Nos encontramos, pues, que en aquellos tiempos se manejaron expresiones tales como «Unidad de la Nación» «defensa de la Patria» «Fidelidad a la Corona» «Respeto a la Religión», conceptos que fueron aplicados con idéntico sentido tanto en Madrid como en Cádiz, en Valencia como en Barcelona, en Galicia como en el País Vasco, en Badajoz como en Salamanca o en Sevilla. Palabras que, sin embargo, serían hoy rechazadas airadamente en buena parte de los territorios mencionados. Sobre el particular citamos, a título de ejemplo, dos estrofas del Primer Cantich Catalá contra els francesos, de 1808, recogido en su libro por el historiador Emilio de Diego1 donde se afirma:

No volem ser francesos        No queremos ser franceses

Nosaltres som espagnols     Nosotros somos españoles

Declaraciones que causarían gran escándalo a los defensores actuales del famoso Catalonia is not Spain. Por no hablar de una de las numerosas canciones en euskera que entonaban los guerrilleros vascos (citada por los historiadores Rafael Abella y Javier Nart2 en su obra Guerrilleros, que dice:

Biba tropa españolak!,            ¡Viva la tropa española,

Biba Vitoria                              viva Vitoria!

andikan agertu jaku guretzat   desde aquí brotó nuestra luz

argia

Ain ekarren españolak balore Tan gran valor demostraron

andia                                       los españoles

zatitu ta erreteko frantzesa     como para partir y asar

guztiam                                   toda la francesada

Al comprobar los radicales cambios de mentalidad que se han producido en aquellos lugares que más se distinguieron en la lucha contra el ejército de Napoleón, no puede extrañar el desinterés, cuando no la hostilidad, al proyecto de celebrar homenajes en recuerdo de episodios que contradicen de forma clara otras actitudes, empeñadas en falsificar las realidades históricas al compás de intereses coyunturales.

Es cierto que al mencionar los acontecimientos de la Guerra de la Independencia existe el riesgo de incurrir en simplificaciones y tópicos sentimentales, muy frecuentes entre los historiadores del siglo xix. Fueron momentos de euforia, dedicados a exaltar los valores propios (en este caso los españoles) y desconocer o denigrar los ajenos (sobre todo los de «la francesada» y, en menor medida, los de nuestros aliados británicos y portugueses, que combatieron valerosamente codo a codo frente al enemigo común.

UNA VISIÓN OBJETIVA DE LA GUERRA

DE LA INDEPENDENCIA

Con el paso de los años las aguas han vuelto a su cauce y gracias a la tarea callada y constante que han llevado a cabo sucesivas generaciones de estudiosos, los hechos se presentan hoy con nuevos perfiles, mucho más nítidos y objetivos, en torno a las alternativas de un conflicto vivido con extraordinaria pasión por las partes implicadas.

«La guerra contra el francés» no dejó a nadie indiferente. Alteró las vidas y haciendas de los españoles, desde aristócratas, militares y clero, a profesionales, artesanos y campesinos, que se vieron envueltos, de buen grado o por fuerza, en la una lucha cruenta en la que ni unos pedían ni otros daban cuartel.

Durante los últimos meses, y en abierto contraste frente a la indiferencia que se percibe en ciertas instancias de la política y la cultura, reacias a desenterrar expresiones que se consideran «inoportunas» por no ser políticamente correctas, se han publicado varios trabajos que permiten al lector interesado un conocimiento completo y objetivo de nuestra Guerra de la Independencia.

Los textos a los que nos vamos a referir son el resultado de una labor de recopilación de fuentes documentales de la época: informes, decretos, partes militares, crónicas y gacetillas de prensa, reportajes y proclamas oficiales. Sin que falte a una amplia revisión bibliográfica que incorpora las aportaciones de los numerosos historiadores, tanto extranjeros como españoles que se han ocupado del tema con criterios científicos y al margen de interpretaciones sectarias.

NAPOLEÓN, EN EL INFIERNO ESPAÑOL

Destaca, entre los estudios dedicados al tema en nuestro país, el trabajo de síntesis llevado a cabo por el profesor de la Universidad Complutense de Madrid Emilio de Diego, al que ya hemos hecho referencia. En su libro titulado España, el infierno de Napoleón, expone de forma racional las circunstancias políticas y sociales que rodearon el conflicto, desde los orígenes hasta el desenlace final. Presenta el profesor De [[wysiwyg_imageupload:876:height=290,width=200]]Diego, acertadamente, el panorama general de España, afectada por una profunda crisis interna, derivada de la debilidad de la Corona, que se vio involucrada, a su pesar, en la complicada vorágine de las ambiciosas pretensiones del Imperio francés.

Siguiendo el curso de los acontecimientos, el autor encaja las piezas dentro del cuadro general, desde las intrigas de Fernando VII contra su padre en El Escorial (octubre 1807) hasta el Motín de Aranjuez (marzo de 1808). Los episodios se encadenan unos a otros de forma que, sin ocultar la extraordinaria complejidad de los hechos, adquieren pleno sentido numerosos episodios y actuaciones personales que no se llegarían a entender fuera del contexto en el que sucedieron. La lectura se facilita gracias a un estilo suelto y ágil que convierte determinadas escenas reales en relatos que superan la imaginación del mejor dotado novelista.

La misma tónica de investigación histórica rigurosa, basada en un extensa documentación y análisis objetivo, se observa en el libro, editado por el profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona Antonio Moliner3, con el título de La Guerra de la Independencia en España, al  reunir una serie de trabajos realizados por estudiosos y expertos pertenecientes a diversas universidades de España y Portugal. En esta obra  se abordan sectorialmente cuestiones tan im portantes para el conocimiento de los hechos, como la marcha de las campañas militares y el fenómeno guerrillero, el papel de los afrancesados

en apoyo del rey José Napoleón, el proceso constitucional de las Cortes de Cádiz, o la participación del ejército portugués en las campañas peninsulares.[[wysiwyg_imageupload:877:height=290,width=137]]

También con carácter general, el historiador británico Ronald Fraser4 ofrece una versión renovadora del conflicto en su libro La maldita guerra de España, titulado así en referencia a las palabras tomadas del propio Napo león y escritas en el exilio de Santa Elena, cuya conclusión final afirma: «Esa desdichada guerra me ha perdido».

 El autor nos muestra una versión particular del conflicto, al reflejar la debilidad y las vacilaciones de las clases dirigentes, así como el valor y el arrojo del pueblo, que aparece retratado en un papel de reivindicación social  que no se corresponde con la realidad.

No conviene olvidar que el pueblo español se alza en defensa de sus valores tradicionales, tanto de índole religiosa (el catolicismo) como institucional y política, el reclamar la legitimidad de la Corona en favor de Fernando VII. Otra cosa es el juicio que esas actitudes merezcan al historiador que interpreta a su manera los movimientos de rebeldía. Atribuye a los llamados «patriotas» veladas intenciones de aprovechar la revuelta en beneficio propio y lanzar a los trabajadores a la guerra contra los franceses para mantener las instituciones del Antiguo Régimen y prolongar así el predominio de los poderes fácticos.

FACTORES DETERMINANTES: MILITARES

Y POLÍTICOS EN EL CONFLICTO ESPAÑOL

Miguel Artola 5 reconocida autoridad en el conocimiento de nuestra guerra, acredita una vez más su calidad [[wysiwyg_imageupload:878:height=290,width=145]]de historiador en dos de las publicaciones aparecidas recientemente: La Guerra de la Independencia y

Los afrancesados. En el primero ofrece un certero y meditado análisis de los factores que intervinieron en un conflicto que alternaba el fracaso de las campañas militares, perdidas una y otra vez por el ejército regular español, con el esfuerzo valeroso del pueblo, siempre dispuesto a mantener su lucha en las defensas numantinas de ciudades que resisten el acoso de los enemigos y que, después de rendidas, se convierten en la pesadilla del vencedor.

En Los afrancesados se muestra una cara no muy conocida y poco grata de la moneda que se refiere a la difícil postura de los que no se  unieron a la rebelión popular. Fueron tachados como traidores por los «patriotas», sin considerar las razones que los movieron a colaborar con los franceses, con el propósito de establecer vías de entendimiento que pusieran fin a las hostilidades. La intransigencia de los españoles, por un lado y la soberbia de Napoleón, que se negaba a ceder en sus pretensiones, cortaron cualquier posibilidad de arreglo pacífico y marcaron la tragedia personal y humana que afectó a muchos de aquellos «afrancesados».

 

LA GUERRILLA: ARMA DECISIVA EN LA GUERRA DE ESPAÑA

La acción desempeñada por los  guerrilleros fue uno de los fenómenos más notables y originales de la [[wysiwyg_imageupload:879:height=290,width=140]]Guerra de la Independencia. Aquellos improvisados combatientes desempeñaron un papel fundamental, pese al desgobierno nacional y al desastre de sucesivas campañas militares libradas entre las fuerzas imperiales y el ejército regular español. Los éxitos logrados en la fase final de la guerra por los aliados anglo-portugueses al mando de Wellington, no hubieran llegado a buen término sin las acciones de acoso llevadas a cabo con singular ferocidad por los elementos de la guerrilla.

Aspectos reflejados con amplitud y precisión

 en el excelente estudio de Rafael Abella y Javier Nart titulado Guerrilleros, el pueblo español en armas contra Napoleón, al que ya hemos hecho referencia. Las hazañas de los famosos Espoz y Mina, Juan Martín Díaz el Empecinado, Juan Díaz Porlier, el cura Merino, Francisco Abad «Caleco», Milans del Bosch y tantos otros, cobran especial relieve, con sus grandezas y miserias como protagonistas de acciones suicidas que causaban el asombro y el terror en las ordenadas filas del ejército imperial. Las biografías de los personajes, narradas con sencillez, ofrecen una síntesis de los valores que  animaron en aquellos años por igual a hombres y mujeres de cualquier edad y condición social..

SEIS AÑOS DE CAMPAÑAS MILITARES 1808-1814

[[wysiwyg_imageupload:880:height=350,width=200]]Mención especial merece la serie dedicada al estudio pormenorizado de las campañas militares desplegadas en la Península desde 1808 a 1814, que ha venido publicando el Ministerio de Defensa y la editorial San Martín. El volumen 7-3° se ocupa de la campaña correspondiente al año 1812, clave en muchos aspectos de la contienda, que incluye también dos interesantes capítulos dedicados a los asuntos políticos, centrados en esa época en los debates que dieron lugar a la redacción del texto constitucional redactado por las Cortes de Cádiz ese mismo año de 1812.

Operaciones militares descritas con el rigor documental y sobriedad expresiva propios del estilo castrense que proporcionan unos datos no siempre accesibles para uso de los historiadores que desean ampliar sus conocimientos en la materia.

LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

COMO TEMA DE INSPIRACIÓN LITERARIA

Los sucesos de la Guerra de la Independencia han despertado el interés de narradores [[wysiwyg_imageupload:881:height=290,width=200]]y novelistas, atraídos por tantos lances caballerescos y románticos más o menos idealistas que han quedado grabados en la memoria popular. Como ejemplo difícil de superar está la serie de los Episodios Nacionales del maestro don Benito Pérez Galdós, que recogen con gran honestidad histórica el espíritu que embargaba a los sectores y personajes más representativo de la sociedad española de aquellos años.

Ante la imposibilidad de incluir aquí siquiera una breve referencia de las más destacadas creaciones, muchas de ellas fuera del mercado del libro, se pueden citar varios títulos actuales que presentan de forma sugestiva algunos aspectos del prolongado conflicto.

Arturo Pérez Reverte6 nos ha dejado en su excelente novela titulada Un día de cólera, un documento impresionante de la heroica lucha desencadenada contra los soldados de Napoléon, ya que no sólo eran franceses, los acuchillados por el pueblo de Madrid en la jornada del 2 de mayo. El autor ha sabido fundir historia y fantasía para narrar con fuerza dramática unos sucesos en verdad sangrientos y duros, vividos en las calles y presenciados desde balcones y terrazas por una multitud atónita y an gustiada.[[wysiwyg_imageupload:882:height=290,width=200]]

José Luis Corral7 nos traslada a los dos sitios que hubo de soportar la ciudad de Zaragoza ante el brutal asedio a que la sometieron los franceses. La capital aragonesa se convirtió en símbolo de resistencia ante la mirada incrédula de los enemigos que se negaban a creer lo que sus ojos veían. Las páginas del relato logran transmitir la emoción de los momentos vividos con apasionada entereza por los defensores hasta una derrota final que avergonzaba más a los vencedores que a los heroicos vencidos.

La Fundación Dos de Mayo8 ha reunido en un solo volumen dos narraciones inspiradas en el 2 de mayo madrileño, escritas por Alejo Carpentier (El siglo de las luces) Benito Pérez Galdós (Del 19 de marzo al 2 de mayo) y una carta testimonial de José M.a Blanco White fechada en Sevilla el 25 de julio de 1808 en la que recoge a modo de crónica impresiones sobre los sucesos de aquellos días.

 

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

1 Emilio de Diego, España, el infierno de Napoleón. Edit. La Esfera de los libros, Madrid, 2008, 591 págs.
2 Rafael Abella y Javier Nart, Guerrilleros. El pueblo español en armas contra Napoleón. Edit. Temas de Hoy, Madrid, 2007, 351 págs.
3 Antonio Moliner (Ed.), La Guerra de la Independencia en España 1808-1814. Obra en colaboración de varios autores. Edit. Nabla, Barcelona, 2006, 639 págs.
4 Ronald Fraser, La maldita guerra de España. Edit. Crítica, Barcelona, 2006, 932 págs.
5 Miguel Artola, La Guerra de la Independencia. Edit. EspasaCalpe, Madrid, 2008. 245 págs.; Los afrancesados. 2 edición. Edit. Alianza Editorial, Madrid, 2008, 238 págs.
6 Arturo Pérez Reverte, Un día de cólera, Edit. Alfaguara, Madrid, 2008, 401 págs.
7 José Luis Corral, ¡Independencia!, Edit. Edhasa, Barcelona, 2006, 439 págs.
8 Alejo Carpentier, Benito Pérez Galdós, José M Blanco White, 1808. El 2 de mayo, tres miradas. Edit. Fundación Dos de Mayo, Madrid, 2008, 400 págs.
Abogado y Periodista