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Los resultados electorales de Cataluña han sido una sorpresa. Nos alegramos por Cataluña, por España y por la democracia. Porque Cataluña es un gran país, es una gran realidad que no merecía que se dudase de ella, que se hablara mal de ella al aparecer su nombre vinculado de forma permanente al del partido hegemónico hasta ahora en Cataluña (CIU), que se ha encargado durante dos años y medio de sostener una situación política sobre todo inmoral y, además, lesiva para los intereses generales (políticos, económicos y sociales) de España y de Cataluña.

Los resultados electorales del 19-N son la constatación de que la democracia es el mejor de los sistemas políticos posibles. No es manipulable, no tergiversa la verdad, permite que la palabra del pueblo se manifieste sin que nadie la pueda poner en duda.

Cataluña ha vencido el domingo todas las inercias, ha plantado cara al poder, ha pedido vía libre para el cambio. La Cataluña plural, crítica, abierta, ha roto todos los cercos que, durante once años, había ido construyendo Pujol y su partido, y se ha rebelado contra una forma de entender el poder, se ha alzado frente al «modelo monolítico» que representa Pujol y que abarcaba muchos más campos que los estrictamente políticos, extendiéndose por los circuitos financieros, los mediáticos, los medios públicos catalanes, las sociedades deportivas, etc. Demasiada «pomada», demasiado «champú» para uso exclusivo de un partido; el pueblo catalán les ha puesto en su sitio. Las pretensiones de despotismo han sido reconducidas. Cataluña ha ganado.

Ni los intentos de la inmensa propaganda convergente por presentar al Partido Popular como un partido anti-catalán que incluso atentaba contra la convivencia en Cataluña, ni la continua e interesada deformación del discurso de Vidal- Quadras han podido impedir que el Partido Popular superase todos los objetivos que se había propuesto. Un somero análisis de la jornada electoral arroja la siguiente valoración:

Participación: 64%. Algo más (+ 9’1%) de participación respecto a las autonómicas de 1992. La campaña de perfil bajo de Pujol, destinada a provocar la abstención, ha fracasado. La campaña ha tenido una dimensión nacional y una significación de elecciones primarias.

Contenido de la campaña: el voto ha estado orientado:
-Por la crisis política. En contra de la misma se ha manifestado el electorado, castigando a los partidos de la ya denominada «coalición CIU- PSOE», los cuales pierden, respecto a
la anterior composición del Parlamento, 10 diputados (Convergencia i Unió) y 6 diputados (el PSC-PSOE).
-La desconfianza hacia el hecho de que un triunfo de Pujol por mayoría absoluta significara una continuidad de la legislatura nacional hasta 1997.
-Por el riesgo de que Pujol fortaleciera su estancia de casi veinte años en el poder con una nueva mayoría absoluta. La percepción en el electorado de que existían destellos de abuso de poder que podrían recrudecerse con una nueva mayoría absoluta ha sido un factor de reflexión política claro para el electorado.
-Por la creciente necesidad, sentida por la «sociedad catalana», de una «nueva etapa» plural y participativa, que cancelase el monolitismo, el seguidismo, el uniformismo: la monotonía que ha presidido la política en Cataluña en estos años.

Los candidatos:
-Pujol: paga la mayor parte de la factura generada por la «coalición CÍU-PSOE», perdiendo 10 escaños. El President paga también los excesos de un estilo político prepotente y hegemónico, con tendencia a situar a los ciudadanos en el dilema «o conmigo o contra mí». En cualquier caso, es esperanzador que Pujol haya dicho que «ha captado el mensaje»; se espera que llegue a unas conclusiones distintas a la del Presidente González, quien también entendió el mensaje y siguió haciendo lo mismo. El apoyo al gobierno en la votación subsiguiente a la moción de Coalición Canaria sobre el adelanto electoral hace que sea muy legítimo dudar de la veracidad de ese compromiso. En cualquier caso, estamos ante un cierto declive del «Imperio Austro-Pujolista».
-Nadal: no sale indemne el PSC de estas elecciones; sus resultados registran una pérdida de 6 diputados. El desgaste ha sido menor del esperado, porque el PSC en Cataluña, aunque de forma muy light, es el primer partido de la oposición. Curiosamente, en Cataluña, el PSC representaba el cambio, frente al gobierno, que era de CIU. Además, el Partido Socialista, en Cataluña, tiene una autonomía y una personalidad política indudable, a la que hay que unir un elenco de personalidades políticas relevantes bien consideradas por el elector catalán, de las que forma parte Nadal. Éste, por otra parte, ha hecho una campaña muy buena; su imagen de hombre honesto, amable, dialogante, humano, que se mezcla con la gente, unido a un discurso político catalanista y suavemente izquierdista, le han dado un magnífico resultado.
-Vidal-Quadras: nadie daba un duro por él. Sometido al acoso y derribo del poliédrico, ingente e incesante poder convergente, ha sido capaz de mantener una posición política propia, contra viento y marea, con un constatable éxito. Podría ya Vidal- Quadras dejar el machete, con el que se ha abierto paso en estos años en la política catalana, para exhibiciones ocasionales, y dedicarse a ejercer de ingeniero, demostrando que también domina los planos y los proyectos. La política es combate, pero también -en esta nueva etapa- será diálogo y, en ocasiones, producirá acuerdos. El resultado del Partido Popular es fruto del trabajo realizado, desde 1991, por la dirección del partido en Cataluña y en Madrid, de la implantación conseguida en el nivel municipal en las elecciones de 1995, y del esfuerzo de Aznar, con la colaboración de la nueva dirección catalana, por centrar y ampliar el Partido y dotarle de un contenido catalanista indiscutible.
-Colom: Lamentablemente para ellos, pasan de tercera a cuarta fuerza política, aunque suben dos escaños, situándose en 13. Campaña moderada para una opción que, ni más ni menos, pide la separación e independencia de España por parte de Cataluña.
-Ribó: Ha demostrado lo que puede dar de sí una izquierda ética, ecologista, real, compitiendo con el PSOE. Sube 4 escaños, situándose en 11 diputados. Anguita, con un discurso como ése, puede hacer daño al PSOE en las elecciones de marzo. Si se empeña en querer reivindicar el PCE, la revolución de 1917 y la dictadura del proletariado, verá mermado su potencial de subida.

Derivaciones políticas del proceso electoral: puede decirse que:
-Las campañas electorales, a pesar de las opiniones de reputados sociólogos, tienen una enorme influencia en el comportamiento de los electores.
-La situación política en España se ha modificado, sustancialmente, por la pérdida de la hegemonía electoral absoluta del «partido-bisagra nacional» en su feudo de Cataluña. Esto limita el margen político del nacionalismo en los próximos cuatro años, pudiéndolo dejar en prácticamente inexistente si el Partido Popular obtiene mayoría absoluta.
-En Cataluña, Pujol gobernará en minoría hasta marzo. Después de esa fecha, en función de la mayoría del Partido Popular, puede llegar a un pacto de doble sede con el Partido Popular, o posiblemente gobernar en solitario -si el Partido Popular obtiene mayoría absoluta con acuerdos puntuales.
-Pujol, si quiere estabilidad, tendrá que comprometerse con una sola fuerza política. No puede ir de flor en flor, pactando con ERC la reivindicación del máximo desarrollo del estatuto, con el Partido Popular los presupuestos y con el PSC los acuerdos sociales. Tendrá que decidirse por uno de los tres posibles «novios». El pluralismo político incide en la forma de ejercer el poder, pero no elimina el compromiso político ni diluye la responsabilidad de gobernar.
-El Partido Popular salva de un brinco el penúltimo escalón de acceso a la Moncloa. El impulso político obtenido por el resultado de Cataluña al proyecto del cambio es enorme. La proyección histórica, sobre la base de estos resultados, sería obtener un 25% del voto en Barcelona en las próximas elecciones generales, lo que podría significar obtener entre 9 y 10 diputados.
-Parece confirmarse la existencia de un «suelo electoral» del PSOE cercano al 30%. La campaña electoral no va a ser un paseo para nadie.

Periodista